Ocaso y aurora

Opinión:

Es posible que el nombre de Matilde Cherner no resuene ni siquiera en la memoria de los mejores conocedores de la literatura decimonónica en España, pues esta periodista y novelista salmantina fue muy pronto apartada del canon debido a la ferocidad de su pensamiento. Bajo el seudónimo de Rafael Luna, Cherner publicó poesía, narrativa, teatro, ensayo e incluso crítica literaria en toda la prensa nacional y local de su tiempo y en revistas tan importantes para la circulación de ideas políticas y culturales como "La Época", "La Ilustración Popular" o El Federal Salmantino". Entre centenarios de publicaciones, la crítica filológica actual ha podido atribuirle hasta ocho cuentos y seis novelas, cinco de las cuales aparecieron en formato de folletín (entre ellas, "Ocaso y aurora") y solo una publicada directamente en volumen: "María Magdalena", una rompedora novela sobre la prostitución y la condición femenina, inesperada y tremendamente reaccionaria ante la rectitud del siglo XIX.

A lo largo de los treinta años que Matilde Cherner dedicó a la escritura, la autora no dudó en expresar abiertamente su moderna postura feminista, demócrata, republicana y federal, con la que singularizaba sus obras frente a esas novelas históricas y folletinescas que venían publicando otras autoras como Carolina Coronado o Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Esta postura política se filtra en la narración de "Ocaso y aurora": no en vano, la escritora se retrotrae hasta el siglo XVII para abordar, a partir de la muerte de Carlos II, el inicio de la decadencia de España. Pero el formato folletinesco la obliga a dotar a la novela de una serie de resortes narrativos que aseguren el interés de sus lectores a lo largo de la periódica publicación de la obra. Para ello, en efecto, requiere de un héroe romántico y de una mujer sensible en la que despierte su amor: se trata de don Rodrigo Manrique de Lara, conde de Frigiliana, y de Margarita, una muchacha abandonada por su padre y que ha quedado al cuidado del conde.

En tanto que novela romántica y folletinesca, la historia se construye con una serie de idas y venidas bastante previsibles, pero que no por conocidas dejan de atraer a los lectores. Toda la primera parte de "Ocaso y aurora" se centra, pues, en el maravilloso romance entre el conde y Margarita, hasta que el regreso de su padre, ahora enriquecido, le devuelve a ella el esplendor nobiliario y la legitima para unirse matrimonialmente con el conde. Se me hace fácil hablar de la segunda parte de la novela sin destripar el final de la primera. Tras un paréntesis de muchos años, y habiendo ocurrido un trágico desenlace para la felicidad conyugal de la pareja, es ahora la estabilidad del reino la que está en juego: el rey Carlos II yace moribundo y, como es sabido, el trono se disputa entre Felipe de Borbón (bisnieto de Felipe IV y nieto del rey de Francia, Luis XIV) y el archiduque Carlos de Austria. En este contexto, el conde de Frigiliana se erige como el más firme defensor de una solución austracista, pero sin pasar por entregarle el reino a los extranjeros. Propuso, por tanto, encontrar a un bastardo de Felipe IV que pudiera erigirse como nuevo rey legítimo gracias al apoyo de los movimientos populares. Ambas partes de la historia se unen gracias a la figura de este bastardo, Javier, una especie de Segismundo enloquecido por la posibilidad de acceder al trono.

Al final, "Ocaso y aurora" no es más que un bello relato sobre las consecuencias particulares que vivieron una serie de personajes ante algunos de los hechos más convulsos de la historia de España. Me atrevería a afirmar que sus páginas más valiosas son aquellas en las que la autora retrata e incluso caricaturiza a los distintos monarcas de los Siglos de Oro. En consecuencia, no cabe más que afirmar que el valor de esta publicación reside no en su estilo, sino en la visión sociopolítica e historiográfica que Matilde Cherner propuso desde una ficción histórica.

Darío Luque