Noches insomnes

Opinión:

Desde el principio de "Noches insomnes", uno sabe que está ante un libro singular. La narradora, una mujer a quien -hasta cierto punto, como en una especie de autoficción- podríamos relacionar con la propia autora, sugiere: "si pudiéramos saber qué debemos recordar o fingir que recordamos…". En cierta manera, esta frase es el punto de partida de toda la novela: Elizabeth Hardwick construye su obra alrededor de la eterna idea de la escritura como espejo de recuerdos. Partiendo de cartas antiguas, Hardwick despliega el viaje que representa la vida humana.

En su caso, la historia inicia en Kentucky y no tarda en trasladarse a Boston y a Nueva York. Por el camino, otros escenarios se desplegarán, como Ámsterdam y el sur de los Estados Unidos. Más que el viaje, lo que interesa de la novela (si así puede considerarse esta obra tan difícil de encasillar) es la imagen que traza de la sociedad del momento. Hardwick explica los inconvenientes de la vida sureña, así como el desenfreno de la noche en Nueva York -donde el alcohol y la amistad llevarán a mezclarse con personas como la cantante de jazz Billie Holiday-. En vez de centrarse en sus sentimientos, la narradora se dedica sin freno a lo vivido por los demás, intentando penetrar en el complejo mundo de los individuos que forman, coralmente, la vida social de una persona.

"Noches insomnes" es una novela rara que no gustará a todo el mundo. Es una obra sin trama porque, de hecho, no es ni siquiera una novela; es otra cosa. Elizabeth Hardwick escribió la obra a modo de miscelánea, con textos poco encadenados y de diferente estilo: uno más descriptivos, otros de carácter epistolar. El elemento que unifica y da continuidad a la obra es el tono poético que Hardwick adopta en la primera página y que no abandona hasta el final. Podríamos decir que "Noches insomnes" es un largo poema novelado sobre la vida concebida como una retahíla de momentos inconexos.  

Darío Luque