Montauk

Opinión:

"Montauk", de Max Frisch, es ya todo un clásico de la literatura germánica. De hecho, está, según expertos literarios, a la altura de gigantes como Thomas Mann o Franz Kafka. Aquí en España, desgraciadamente, no es un escritor muy popular, a pesar de que es contemporáneo.

El autor estudió arquitectura y la ejerció antes de que se dedicara a la literatura. Esos estudios están muy presentes en la narración de "Montauk". Presenta una estructura muy singular y poco común, la de ir narrando y de súbito presentar carteles o mínimos detalles en forma de títulos o nuevos capítulos, a la vez que una voz que visualmente te habla lo que el narrador está viendo. Además de esto, la obra presenta algo así como un punto de unión constante entre pasado y presente, construyendo puertas al instante sin que prácticamente el lector se percate. Max sigue la estela del gran escritor francés Marcel Proust, donde aquello que vemos, que tocamos, que sentimos, nos transporta atrás en el tiempo y el recuerdo es tan vívido que el narrador es capaz de sentir algo de perdido de nuevo. También sigue la estela de James Joyce, con su "stream of conciousness" (flujo de conciencia), donde las narraciones acaban desembocando en pensamientos y éstos en nuevos pensamientos, así hasta formar toda una cadena que provoca la susodicha conexión entre pasado y presente.

Esta obra realiza un acto de introspección del autor. Hay un narrador que es el yo (autor después de la experiencia) y un él (autor durante la experiencia). Este libro da la sensación de pretender un intento de análisis a nivel interno por parte del autor. A decir verdad, la obra es autobiográfica, lo que le da todo el sentido del mundo. El yo nos narra lo que este "él" hizo a la sazón, como aquel arquitecto que diseña el plano de su propia casa o de alguna casa que no le acabó de gustar. Errores, depresiones, amores frustrados, juventud,…

El narrador no escatima en detalles: describe cualquier elemento ordinario o cualquier cosa minúscula que quizá a cualquier ojo humano no le interesaría. Mas aquí todo importa para sentir, recordar, vivir, reexperimentar, reencontrar. El fin de semana con Lynn despertará nuevas pasiones y recobrará algunas de viejas y aparentemente olvidadas. Una relación pasional y casi sin sentido. La obra recuerda mucho a toda aquella "Generación Beat" de los años cuarenta y cincuenta en los Estados Unidos, cuando ya el ser humano pierde su fe en el propio ser humano y todo es libertinaje o egoísmo.

Se trata de un libro poco grueso, con una narración fluida. Apenas hay un respiro. Las descripciones son maravillosas, la narración es muy poética. A todos aquellos a los que les guste recordar a través de canciones, imágenes, palabras, miradas…; todos ellos disfrutarán con la obra. 

Cristià Serrano