El placer de matar a una madre

Opinión:

Isabel ha sido condenada a permanecer recluida en un manicomio. Ha asesinado a su madre y se supone que solo una loca es capaz de cometer un crimen tan atroz.

Al poco de ingresar, Isabel comienza su terapia con el psicólogo Ignacio Suárez. El joven doctor ha estudiado en Londres y quiere cambiar de manera radical el terrible trato que reciben las pacientes en el centro.

Con las conversaciones entre Isabel e Ignacio como telón de fondo, Marta López Luaces narra en "El placer de matar a una madre" cómo era la vida en los hospitales psiquiátricos a principios de los años setenta.

Una época convulsa en la que muchos se preguntaban qué sería del país tras la muerte del dictador y en la que la gente empezaba a reclamar la libertad que el régimen les había negado durante décadas.

Sin embargo, poco habían cambiado las cosas para las internas que residían en el manicomio en el que transcurre la novela. Mujeres encerradas allí, drogadas durante años, que vieron encenderse una pequeña llama de esperanza gracias a las nuevas terapias del doctor Suárez.

La autora utiliza esta historia para denunciar lo que muchos sabían y callaron sobre la posguerra y la dictadura: violaciones en las cárceles de mujeres, robo y venta de bebés, y el ingreso forzoso de muchas mujeres en hospitales psiquiátricos en los que la Iglesia y las teorías de Vallejo Nájera tenían más valor que la vida de las pacientes.

Mujeres repudiadas por sus familias, discapacitadas psíquicas, víctimas de violaciones. O mujeres rebeldes, que se negaban a que su vida pasara de cuidar a sus padres y hermanos, a cuidar marido e hijos; mujeres que terminaban en este tipo de centros sin más opciones que tomar la medicación y realizar las tareas que les ordenaban, so pena de acabar encerradas en celdas de aislamiento, muertas de frío y rodeadas por ratones y cucarachas.

Una novela dura que refleja una triste realidad que poco ha cambiado hoy. Se priorizan los tratamientos farmacológicos sobre las terapias para descubrir la raíz de algunas de las enfermedades mentales. Y como demuestra Ignacio en el libro, es la terapia la que realmente ayuda al paciente a superar sus problemas y conseguir salir adelante.

Me ha sorprendido muchísimo la novela. Primero, porque la historia está narrada desde el punto de vista del médico y la paciente, pero prima el narrador omnisciente sobre los diálogos (son muy escasos), y eso no ralentiza la lectura, al contrario. Segundo, por la fortaleza de unos personajes, devastados por sus tragedias personales, que consiguen sacar fuerzas de flaqueza para ayudar a los demás. Y tercero, porque la autora se atreve a denunciar hechos por los que hoy siguen luchando muchas familias, independientemente de cuál sea su color político y pese al silencio de las autoridades.

Un drama terrible que también tiene su lectura positiva: el momento más oscuro de la noche es justo antes del amanecer.

Ana G. Aranda