El maestro de azúcar

Opinión:

1986, una anciana de 102 años, un estudiante de periodismo, y una historia que contar; 1894, Cuba, un ingenio de azúcar, la hacienda Dos Hermanos y una España que luchaba por conservar la última isla de su imperio.

Este es el marco en el que empieza esta emotiva historia desde Colombres, un pequeño concejo de Asturias, en un momento en que España era una nación arruinada por las guerras de ultramar y muchos buscaban la forma de prosperar emigrando (principalmente jóvenes y varones) a las colonias españolas del otro lado del mar.

Cuatro personajes principales, que no serán los únicos, porque una de las características es que es una historia coral con múltiples personajes con sus propias tramas: Victor Grimaldi, 31 años, un prestigioso, liberal y revolucionario, maestro de azúcar de la hacienda Dos Hermanos en Cuba. Frisia Noriega, propietaria de la hacienda, una mujer oscura, incapaz de sentir compasión, sin escrúpulos; decía de sí misma que "no había sobrevivido a la dureza de la infancia de haberse prodigado en lástimas y compasiones"; la primera misión con la que la conocemos es la de buscar esposa en España para el joven Victor Grimaldi. Mar Altamira, una joven de 30 años, hija del médico del concejo de Colombres y primera candidata por la propietaria de la hacienda cubana para desposarse con el maestro de azúcar. Paulina, una joven viuda campesina de 20 años, analfabeta, una carga para sus tíos con los que vivía, y con una situación difícil de cambiar dada la sociedad; en cambio, con un posible "hermoso futuro por delante como esposa del maestro de azúcar".

Un viaje a Cuba, un mismo destino y un mismo objetivo, prosperar. Una viajará con su familia, otra lo hará para formar la suya propia. Muchos miedos, muchas preguntas, un nuevo comienzo para sus vidas, aunque quizá de la forma que nunca habrían imaginado. Sacrificarían todo lo que tenían en España por un anhelo, pero se encontrarían con que el destino se burlaría de ellos.

Mar Altamira, con un poso de rabia de lo que había perdido por el camino y le deparaba la Cuba a la que había llegado, en un marco con el estigma que suponía ser mujer, incapacitadas para otras cosas menos para parir hijos y ocuparse de la familia, aunque esto solo ocurría en las altas esferas, porque las campesinas trabajaban la tierra como bestias de sol a sol; se tendrá que convertir en una joven resuelta por obligación y mostrarse más combativa que nunca para hacerse un hueco entre los trabajadores de la hacienda y no dejarse arrastrar por el lugar oscuro al que habían llegado. Pronto sus sueños de igualdad y progreso, y su lucha por lo que creía justo, empezaría a derrumbarse. Y no era menos ante el espectáculo grotesco de haciendas cubanas, cañaverales, mayorales, barracones de negros donde todo eran quejidos de dolor y hambre, de ese mundo opuesto de blancos y negros en un sistema que rozaba la esclavitud a pesar de haberse abolido hace tiempo, de tierras ajenas a la ley y a la moral, de supersticiones y rituales africanos, de sumisión política y social bajo el disfraz del progreso, de resentimientos entre unos y otros.

La historia transcurrirá entre las tramas de los diferentes personajes con suertes bien distintas, la joven Paulina que luchaba por encontrar su lugar, por dejar de sufrir y llorar sus muertos; el nuevo dispensario de Justino Altamira; la criada Basi y su ausente marido Diego Camblor; Rosalía, Don Pedro y Frisia Noriega, y múltiples personajes oriundos que nos llevarán un agónico desenlace de sucesos violentos por ese lastre de injusticias demasiado pesado, una sanguinaria revolución, ajustes de cuentas, odios, el infierno, venganza, rencor, hasta la destrucción y muerte.

Afortunadamente para el lector, la esperanza volverá a renacer entre el humo y las cenizas como un misterio que sostiene al mundo. Habrá tiempo para que unos ojos atrapen a otros, de pasiones ingobernables; tiempo para hacer las paces con el pasado. Un conmovedor epílogo de regreso al año 1986 para cerrar historias y cerrar heridas. Una historia de mujeres y para mujeres que disfruten con emociones, anhelos, sueños, fortalezas, esperanza, y vidas que siempre encontrarán la forma de alzar el vuelo repartiendo lecciones "aunque nadie se las pida".

Belén Flores