El libro de los amigos perdidos

Opinión:

En 1875, Hannie Gosset sigue viviendo en Goswood Grove. Es una esclava liberada, pero sigue allí, en la plantación en la que trabajó como esclava desde que aprendió a andar, esperando que algún día su madre regrese a buscarla.

Hannie vive en una pequeña parcela de tierra en la que trabaja de sol a sol junto a Tati, la anciana que se ha ocupado de ella desde que vendieron a su madre; hay, además, otros niños, cuyos padres tampoco regresaron a buscarlos. Dentro de un año, esa tierra pasará a ser de su propiedad de acuerdo con el contrato que firmaron con el señor Gosset tras el fin de la guerra de Secesión.

Pero su antiguo amo lleva meses desaparecido y todos temen que, si ha muerto, sus herederos no cumplan con lo acordado. Esa es la razón por la que Hannie decide seguir a las señoritas Lavinia y Juneau Jane, hermanastras y enemigas irreconciliables, en su búsqueda del abogado de su padre. Ellas también temen perder su herencia, y su futuro depende del dinero que les prometió.

Algo más de un siglo después, Bennedetta Silva llega a Agustine para trabajar en su escuela rural como profesora de literatura. No va a ser una tarea fácil porque sus alumnos, niños muy pobres, faltan muchísimo a clase y tienen un nivel académico muy bajo.

Tampoco se siente aceptada por la comunidad que se resiste a acoger a nuevos habitantes y menos aún a profesoras con ideales un tanto revolucionarios para una ciudad que parece estar anclada en el tiempo.

"El libro de los amigos perdidos", de Lisa Wingate, es una historia muy especial inspirada en los anuncios que los esclavos liberados publicaban en el diario Southwestern buscando a sus familiares tras el fin de la guerra de Secesión.

La autora nos habla de los problemas a los que se enfrentaban los esclavos liberados. No tenían dinero, la gran mayoría había sido separada de sus familias durante la guerra, no podían aprender a leer o escribir y debían vigilar sus pasos porque el Ku Klux Klan y la orden de la Camelia Blanca los perseguían sin tregua.

También nos habla de esos estados del sur de Estados Unidos en los que la pobreza sigue asolando ciudades enteras y en los que no interesa que se destape el pasado esclavista de las familias adineradas, que siguen siendo dueñas de la mayoría de las empresas de la zona.

Lo que más me ha gustado del libro es la resiliencia y la sororidad de las protagonistas. Hannie podía haber abandonado a su suerte a la señorita Lavinia, que tanto la mortificó en el pasado, pero es una joven luchadora que no se rinde ante las adversidades. No solo aprenderá a leer y a escribir para ayudar a los antiguos esclavos a encontrar a sus familias, sino que demostrará que el color de la piel no define el fondo de una persona.

Benedetta lucha contra un pasado que ha destrozado sus relaciones afectivas y que rememora cada vez que descubre alguno de los dramas familiares de sus alumnos. Pero no cejará en su empeño por conseguir que los chicos se involucren en un proyecto que les ilusiona, que les ayudará a luchar contra las adversidades de la vida y aspirar a una vida mejor a la que tienen sus padres.

Una historia maravillosa, muy bien narrada y documentada que demuestra que queda mucho por descubrir de nuestra historia y que no sirve de nada ver el pasado con los ojos del siglo XXI. Hay que aceptar el pasado como lo que fue y luchar por cambiar las cosas ahora, no censurar libros y películas que en su momento fueron importantes: la esclavitud no va a desaparecer de la historia porque las generaciones futuras no puedan ver "Lo que el viento se llevó".

Ana G. Aranda