Conan de Cimmeria nº 03/03 1935-1936

Opinión:

Llegamos por fin al cénit de esta obra monumental que recupera el canon completo de las historias de Conan de Robert E. Howard.

Todo un universo de magia y maravillas pero también de nigromancia y brujería, violencia inusitada y naturaleza salvaje. Seguiremos, como en los tonos anteriores, recorriendo ciudades perdidas de doradas torres y cúpulas de marfil, admirando la danza exótica y embrujada de exuberantes bailarinas de rostros de ébano y vestidos enjoyados de seda, y también enfrentándonos a monstruos y criaturas decadentes y bestiales salidas de pantanos putrescentes y cuevas oscuras y remotas como el Hombre no ha conocido jamás. Todo esto es la Edad Hiboria, y hasta aquí hemos llegado para despedirnos con cinco relatos que cerrarán épicamente esta gloriosa saga.

Alejándose un poco de lo visto en los tomos anteriores, es decir de los cuentos Weird, el horror cósmico y la ambientación atlante o nórdica, aquí Howard tira por el lado de la aventura de piratas y bandidos en el mar, con la dosis de picaresca y humor tan propia de estos relatos.

"Los sirvientes de Bit-Yakin" presenta elementos de spaghetti western, con un oráculo tenebroso y momificado y un tesoro que se disputan unos ladrones estigios, y que está horrorosamente custodiado por unas gigantescas criaturas simiescas. Claramente el estilo de escritura ha cambiado en este cuento, y puede antojarse una trama un tanto delirante e inconsistente, pero Howard no decepciona al entregarnos una conclusión muy divertida, aunque queda abierta para una continuación que no existió. Por supuesto, una buena historia de Conan debe contener siempre hombres simios, y "Los sirvientes..." ofrece todo esto con cuotas de salvajismo muy altas.

A continuación, leeremos "Más allá del río Negro", siguiendo la estela del western crepuscular, donde Conan se aventura en tierras inexploradas habitadas por los Pictos, donde se topará con un demonio de los pantanos. Aquí realmente las descripciones son impresionantes, tenemos batallas y matanzas entre ejércitos, bosques húmedos y oscuros donde rara vez llega la luz del sol... Espadas ensangrentadas y magia negra al servicio de un Dios extraño cuyo culto impío todavía sobrevive. Además, Howard se despacha con algunas frases que quedarán para la historia asociadas con su personaje.

El tercer relato se llama "El negro desconocido" y aquí Howard directamente introduce nombres de personajes fácilmente reconocibles como los estereotipos de nombres de piratas o bucaneros de las novelas clásicas de aventuras. Tampoco falta la damisela en apuros, tan típico de la novela gótica, que Conan debe salvar, el tesoro de turno y sangrientos abordajes de barcos enemigos. Este cuento es en perfecto ejemplo de un Howard que, si bien ya se ha quedado sin recursos (tuvo que reescribir el relato porque su editor habitual no se lo aceptó, pero eso es otra historia), todavía muestra algo de la épica del primer Conan, aquel de los primeros cuentos que tanto disfrutamos.

"Los antropófagos de Zamboula" es un poco un cuento de zombis que no son tales, sino más bien caníbales. En este caso la trama no importa demasiado ya que las descripciones de asesinatos y, sobre todo, un final pleno de humor negrísimo, sacará una carcajada a más de un fanático.

El último cuento escrito por Howard, "Clavos rojos", es también un clásico entre clásicos, y pronto sabremos por qué. Conan viaja al centro de la tierra (un poco a lo Edgar Rice Burroughs) para descubrir una civilización perdida, dinosaurios y ecos de los mitos aztecas, sobre todo por los nombres de los personajes. La extensión es un poco más larga de lo que acostumbraba un cuento de Conan, y por eso se lo suele considerar una novela corta. Se nota que el autor busca experimentar, sumando elementos de ciencia ficción extravagantes, como una pistola de rayos hacia el final de la historia. Howard se buscaba a sí mismo, seguía buscando un estilo que, sin saberlo, ya había encontrado. Pero este cuento sería de lo último que escribiría, acuciado por las deudas y la falta de pagos de Weird Tales. Creo que nunca lamentaremos lo suficiente su trágico final.

Infaltables e impecables las ilustraciones de esta edición, a cargo en este tomo del siempre solvente Gregory Manchess, más otra introducción del Patrice Louinet, el editor, y diversos borradores y sinopsis que seguramente interesará a los fans más acérrimos.

Para cerrar, la última entrega del ensayo de "La Génesis Hiboria" y algunos mapas, para poner el broche de oro a una edición que no llamaría "Definitiva", pero sí que podemos decir que pasará tiempo para que encontremos una opción superadora en nuestro idioma. Quiero agradecer de corazón a Minotauro por esta tan esperada reedición. Larga vida a Conan Rey.

Violeta Lila