renaissance. la caída de los hombres

Opinión:

De las novelas publicadas en las últimas décadas, la primera que leí sobre la temática de un virus aterrador que asolaba la tierra y diezmaba a la humanidad fue la serie de la Torre Oscura del gran maestro del terror Stephen King; y, más recientemente, El ojo que mira, de Esteban Betancour. Aún con dos puntos de vista diferentes y dos formas de narrar las historias diametralmente opuestas, constituyen dos lecturas apasionantes. Todo ello sin mencionar el gran número de obras de temática zombi que han aparecido en los últimos años. Esto me hacía pensar que la novela de J. J. Lucas no iba a pasar de ser una adaptación, más o menos lograda, de todo lo ya escrito.
 
Sin embargo, me sorprendió muy gratamente el enfoque original que ofrece a su narración ya que saca a los no-muertos de su papel de tontos lobotomizados y les da un cierto nivel de inteligencia y capacidad de decisión; así como una nueva variante de contagio que nos aleja de los consabidos “mordiscos contagiosos”.
 
Hay que tener en cuenta que J. J. Lucas es una autor novel y que no tiene ningún tipo de formación periodística ni literaria, lo que hace que su experiencia “uniendo palabras para formar frases y crear ilusiones” no sea todo lo necesaria para embarcarse en una obra de esta envergadura.

Si bien es cierto que se ha documentado con gran profundidad en determinados temas, también lo es que ha sido puntilloso hasta la exhaustividad a la hora de mostrar sus conocimientos, vengan o no a cuento en la historia.
 
Aunque los diálogos son creíbles en sí mismos, adolecen de acotaciones y explicaciones que hagan saber al lector quién está hablando. Y lo mismo sucede con los personajes, el lector puede verlos, pero a destiempo, a veces tarde y a veces antes de que entren en escena. Quizá el problema principal de J. J. Lucas radique en dos elementos clave: los tiempos y el equilibrio.
 
Los tiempos en cuanto a que la exposición de los hechos, de las descripciones y de los personajes no se hacen en los momentos adecuados; y el equilibrio por cuanto en ocasiones describe mucho lo que rodea una escena, otras veces apenas si ofrece una pincelada, algo que también hace con los personajes: o cuenta su vida remontándose a su infancia sin que sea necesario para seguir el hilo de su historia o no te cuenta nada de ellos hasta que ya llevan varias páginas hablando de ellos.
 
Conviene destacar que es un autor primerizo y esto hace que cometa importantes errores en su narración. Desde luego, nada que no pueda corregirse con el tiempo y mucha práctica; pero tiene algo importantísimo que muchos grandes desearían: la capacidad de enganchar con su historia, la de atrapar al lector párrafo tras párrafo. Esto es lo primordial de una obra, y con esto me quedo de Renaissance, una novela que sólo necesitaba un poco más de trabajo por parte de los correctores profesionales y un editor más implicado con el autor para sugerirle la manera de mejorar su libro.
 
Habrá que seguirle la pista a este joven autor porque, si consigue limar su redacción, puede deleitarnos con novelas muy atractivas y sugerentes.
 
Gemma Nieto