Anika entre libros

Quién mató a mi padre

Ficha realizada por: Inés Macpherson
Quién mató a mi padre

Título: Quién mató a mi padre
Título Original: (Qui a tué moin père, 2018)
Autor: Édouard Louis
Editorial: Salamandra
Colección: Narrativa Salamandra


Copyright:

© Édouard Louis, 2018

© Ediciones Salamandra, 2019

© De la traducción, Pablo Martín Sánchez, 2019

Ilustración de la cubierta: Tim Macpherson / The Image Bank / Getty Images

Traducción: Pablo Martín Sánchez
Edición: 1ª Edición: Septiembre 2019
ISBN: 9788498389609
Tapa: Blanda
Etiquetas: mezcla de géneros monólogos familia violencia crítica social crítica política pobreza crisis homosexualidad literatura francesa Francia política francesa
Nº de páginas: 96

Argumento:

"Quién mató a mi padre" es un monólogo personal, una carta abierta dirigida al padre y un j'accuse breve y demoledor que señala uno de los orígenes de la precariedad y las desigualdades sociales que asolan Francia y, en general, nuestra sociedad.

Escrito desde el yo, esta especie de repaso familiar, esta reconciliación con uno mismo y los propios orígenes, nos lleva a contemplar de cerca un retrato humano y social, la narración de unos acontecimientos personales marcados por un sistema que parece dispuesto a dar la espalda a aquellos que no encajan en la imagen de éxito prediseñada de la sociedad. Una tormenta íntima en la que se mezclan recuerdos y reflexiones personales sobre la relación paterno-filial del protagonista con denuncias mordaces y directas, con nombres propios incluidos, que apuntan a los responsables de una desigualdad cada vez mayor y que se pavonean defendiéndose en esa nueva moda de decir que, si uno es pobre, es porque no se esfuerza suficiente en no serlo.

 

Opinión:

 

Para aquellos que nunca se han enfrentado a un texto de Édouard Louis, como es mi caso, hay que reconocer que este "Quién mató a mi padre" es una bofetada escueta, pero directa. Y no solo a nivel político, sino a nivel personal, porque de la misma manera que hay una denuncia abierta a los recortes y a las políticas que han ido dejando de lado a toda una clase social a la que, además, se desprecia a menudo con una condescendencia deplorable, también hay un retrato brutal de lo que supone le perpetuación de unos mecanismos educativos y conceptuales, donde la feminidad, la masculinidad, el trabajo o el valor quedan acotados por definiciones que lo único que hacen es impedir ver más allá de la etiqueta encorsetada y censuradora.

Lo que nos muestra Louis en este monólogo o carta abierta es el retrato e interpretación de una realidad. Durante mucho tiempo, se insistió en un discurso que defendía la escalera social, la igualdad de posibilidades. Pero como nos enseñó claramente la película Comanchería (Hell or High Water), dirigida por David Mackenzie en 2016, la pobreza a menudo se hereda y sobre todo en un mundo donde cada vez se recortan más las ayudas y los derechos laborales, donde la precariedad se ha convertido en norma aceptada y a veces aplaudida por algunos sectores de la sociedad que contempla sin inmutarse cómo el sistema público que permite aspirar a cierta igualdad se desmorona.

Édouard Louis expone la realidad que vive la Francia de abajo, los que han sido arrollados por una crisis que ha beneficiado y sigue beneficiando a los mismos y que les ha dado una excusa para seguir recortando, para seguir pisando. Pero también nos habla de un padre marcado por unas ideas preconcebidas de lo que es ser un hombre, que luchaba constantemente entre el afecto que sentía y la obligación de seguir siendo lo que le habían enseñado a ser. Un padre que también le marcó a él y a quien, a través de los recuerdos y las conversaciones, muestra en todas sus facetas posibles mientras, a su vez, también nos habla de sí mismo y su viaje personal.

Este texto, que no llega a las cien páginas, nos habla de la destrucción social y personal, física y emocional. Nos habla de la cadena de medidas políticas que alimentan la desigualdad mientras se alaba y venera a un sistema que lo único que hace es triturar a los que lo mueven para deglutirlos mejor. «Tienes razón, tienes razón, creo que nos hace falta una buena revolución», dice el padre al final del libro. Al mirar las calles y las noticias, parece que no es el único que piensa igual. Lo que pasa es que, desde hace un tiempo, incluso esas revoluciones, esas exigencias para conseguir un mundo mejor se convierten en eslóganes que después el propio sistema utiliza, y la rueda vuelve a girar.

 

Inés Macpherson

 

 

 

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