Numantia: la ira de los Escipiones

Opinión:

"Numantia: la ira de los Escipiones" continúa donde lo dejó Juan Torres Zalba en "El primer senador de Roma", la novela que lo precede. Aunque se podría leer el libro por separado, es recomendable seguir el orden y ponerse con el anterior, ya que mucha de la psicología de los personajes principales se entiende mejor con todo su contexto.

Aunque sigue habiendo varios puntos de vista, los principales son el de Escipión Emiliano y, cada vez con más fuerza, el de Tiberio que, tal y como anticipé, iba a tener mucho peso en este. Este último es un personaje que cae muy bien y que derivará en un final sorprendente (para los que no estén al tanto de la historia de Roma), haciendo de contrapunto a Escipión Emiliano, al que es más difícil tomar cariño.

En cualquier caso, el autor no se queda solo en esos puntos de vista, sino que hace un recorrido por las distintas facciones senatoriales, por los enemigos (en este caso, Viriato y Numantia) e incluso por el punto de vista de las matronas romanas (Cornelia, su hija y parientes...) y otros jóvenes, como el hermano pequeño de Tiberio, que también apunta maneras, y más después de los sucesos de este libro (nuevamente, el que conozca la historia romana sabrá que este hombre también removió unas cuantas cosas).

De esta forma, Juan Torres Zalba hace un recorrido por todos los estratos de la clase alta y por la gente relevante de la época, así como distintos ambientes: la propia ciudad de Roma, los campamentos militares, las ciudades hispanas... Combina también partes más políticas con otras en las que hay más acción y batallas, así que en ningún momento decae la historia y, como va saltando de personajes, siempre queda un puntillo de intriga por el hilo que has abandonado.

El libro está organizado por consulados y, dentro de cada parte, por capítulos que dejan muy claro en qué lugar y momento se están desarrollando. Es muy fácil de seguir aunque no estés muy puesto en la historia de la política romana, ya que en las páginas finales encontramos mapas, los puestos del cursus honorum y en qué consistían, árboles familiares...

En definitiva, es una lectura muy amena, autoconclusiva, aunque con un final que da lugar a una continuación esperada por los lectores.

Déborah F. Muñoz