muerte y vida de bobby z

Opinión:

Partiendo de la premisa de que las comparaciones son odiosas, leer Muerte y vida de Bobby Z después de haber leído El poder del perro es como comerte una hamburguesa después de un solomillo. Y no significa eso que la hamburguesa no nos guste, pero notaremos el cambio. Ese es el precio que tiene escribir un libro que te catapulte a la fama (El poder del perro está considerada ya como una de las mejores novelas americanas de los últimos cincuenta años): que todo lo demás te va a saber a poco.

Winslow escribió Muerte y vida de Bobby Z en 1997 (durante sus trayectos en tren), ocho años antes que El poder del perro, y eso se nota. Pese a constar de los mismos pilares que más adelante engancharían a medio mundo (narcotráfico, antihéroes, DEA…) parece más bien un ejercicio de entrenamiento para lo que sería después la gran obra de Winslow. Por otra parte esto tampoco es malo, al contrario, Winslow en lugar de estancarse ha crecido como escritor y ha sabido pulir las aristas de sus primeras novelas.

El libro parte de un planteamiento que si bien no es novedoso, y me refiero al tema del doble (a este respecto el prólogo de Rodrigo Fresán es verdaderamente ilustrativo), deja el listón muy alto. La suplantación de identidad suele crear mucha angustia en el lector que se implica en el miedo a que se descubra la verdadera identidad del protagonista ante la mínima metedura de pata, máxime si con quienes te las tienes que ver son los mismísimos Ángeles del Infierno, los narcotraficantes mexicanos o la propia DEA.

El personaje de Tim, el protagonista, está bastante logrado. Es fácil empatizar con él (¿quién no se siente un perdedor alguna vez en la vida?) y además es muy humorístico y te ríes mucho con las cosas que dice y piensa. También tiene una vena sensible que saca sobre todo con el niño con el que huye de sus perseguidores. Un antihéroe con el que se simpatiza rápidamente.

El resto de personajes también están bien y resultan atractivos para los que gusten del ambiente que se respira en el sórdido mundo del tráfico de droga, y quizá sea eso, los personajes, lo más fuerte de esta novela. Winslow dice que los personajes son más importantes que la trama (curioso que lo diga un escritor de thriller/novela negra), y que si consigues conectar con ellos, lo habrás hecho también con la trama.

El “problema” que yo le encuentro al libro es que después de una premisa inicial tan poderosa (la suplantación de identidad para hacer el intercambio entre el falso Bobby Z y el agente de la DEA) pasa a convertirse en una novela exclusivamente de acción y toda centrada en lo mismo: la huida del protagonista.

Tim Kearney se pasa el rato huyendo. Bien es cierto que solo falta que lo persiga el cobrador del frac, pero tanta acción a mí me mata y la novela se convierte en un thriller de acción puro y duro que la aleja de la auténtica novela negra (habrá a quien esto no le importe) porque aquí no se trata de luchar contra el mal ni de hacer justicia, se trata de salvar el pellejo.

El estilo de Winslow es muy rápido, casi cinematográfico (hay película basada en el libro y al parecer bastante mediocre) y eso juega a su favor, tanto que aunque no te guste mucho la historia, acabarás terminando de leerla antes de darte cuenta. Economía del lenguaje, como por otro lado requieren este tipo de historias, fuera eufemismos (las cosas se llaman como se llaman) violencia y humor, en particular el que desprende el protagonista, son las bazas más fuertes del libro.

Winslow va directo al grano y no se corta ni en las escenas sexuales. Hay algunas en la novela (no muchas, la verdad) descritas de forma muy explícita. A mí personalmente esos detalles me sobran, no aportan nada a la trama y le resta puntos a la novela, pero reconozco que esto es tan solo una percepción personal y no tiene por qué ser compartida por los demás.

El ritmo se mantiene constante en toda la novela y por momentos es trepidante (hay un par de giros geniales que supondrán toda una sorpresa para el lector), eso no admite discusión alguna, pero sabe a poco y cuando acabas piensas que podría haber estado más lograda, más conseguida.

Algunas escenas en la huida del protagonista por improbables e inverosímiles resultan hasta cómicas, algo parecido a Misión imposible pero en el desierto mexicano (donde transcurre la acción y donde, todo hay que decirlo, Winslow se mueve como pez en el agua) y con medios bastante más rudimentarios.

Muerte y vida de Bobby Z es una novela con un planteamiento inicial atractivo y muy entretenida, pero lograda solo a medias y con un final precipitado. El que quiera ver a Winslow en todo su esplendor, tendrá que leerse El poder del perro.
 
Mar Gázquez