Mirlo blanco, cisne negro

Opinión:

En las numerosas entrevistas que Juan Manuel de Prada ha concedido como parte de la promoción de este "Mirlo blanco, cisne negro", siempre ha dejado dos cosas claras: la primera, que no le importa ser un escritor molesto y denostado por muchos. Tiene toda la energía necesaria y las ideas suficientemente claras para seguir hablando y escribiendo como lo hace, aunque tenga una legión de perseguidores casi tan nutrida (o más) que la de sus seguidores. Si leen de manera habitual sus columnas de opinión en ABC, comprobarán que la novela tiene un tono casi contenido en comparación con muchos de sus textos periodísticos, por más que algunos de los que le quieren mal hablen ya de novela-venganza o cosas parecidas. La segunda cuestión que queda bien clara en cada charla a la prensa es que "Mirlo blanco, cisne negro" no es tanto una novela autobiográfica como una sátira contra el mundo literario que el autor ha conocido, eso sí, en primera persona. El que no sea autobiográfica no quiere decir que el lector no tenga siempre la sensación de que es Juan Manuel de Prada quien opina en boca de los personajes. El truco de chico listo que realiza el novelista, es colocar en el Madrid literario a un joven de carrera más que incipiente, pero dotado (al menos mentalmente) de la experiencia vital y profesional del autor que hay detrás del texto.

Aunque una trayectoria tan popular y dilatada como la suya no necesita presentación, conviene recordar que Juan Manuel de Prada nació en Baracaldo en 1970 y que ganó el premio Planeta en 1997 con una muy buena novela, "La tempestad", por más que el autor se refiera a ella con frecuencia en entrevistas como su peor obra.  También consiguió un buen pico productivo (al menos en opinión del que esto escribe) en el año 2000 con "Las esquinas del aire".

Con esta entrega de 2016, el escritor utiliza dos personajes clave sobre los que hace girar esta visión cáustica, despiadada y profundamente pesimista del sistema editorial: de una parte un escritor principiante, Alejandro Ballesteros,  joven y prometedor, y de otra un escritor de gran carrera, un coloso con mil batallas en el mundo de la literatura llamado Octavio Saldaña. Es una novela más que recomendable para aquellos que gustan de las novelas pegadas a la realidad y construidas hacia un punto, en este caso una descarga despiadada, en ocasiones casi paródica, de los cenáculos literarios y otros saraos del ramo. Todos los agentes de la industria son pintados con la misma negritud: hay una insistencia constante en los escritores llamados nocilleros, pintados como hijos de una moda pasajera y un truco de mercadotecnia sin una producción sólida detrás. Los editores, quizá los peor tratados en un texto en el que no hay medias tintas, son pintados como buitres sin criterio literario. Para que nadie quede libre de la quema, los críticos son constantemente atacados por pusilánimes, domesticados e irrelevantes.

Pero "Mirlo blanco, cisne negro" no es solamente una novela sobre el mundo de la literatura, sino mucho más que eso. Trasciende el punto de partida y ofrece una historia amena y bien trazada, en la que la creación de ambos autores y sus personalidades no debe dejar indiferente a los buenos lectores. El autor domina la técnica novelística y la construcción de estructuras, de manera que "Mirlo blanco, cisne negro", como era de esperar, es un texto sólido, bien cohesionado, firme. Como es habitual en los textos de Juan Manuel de Prada, en la novela conviven en una misma página vocablos cultos y a menudo extravagantes, que pueden obligar a muchos lectores a acudir al diccionario, con las expresiones más soeces y toscas que uno pueda imaginar.

Juan Manuel de Prada, sirviéndose de estos arquetipos, vaticina un futuro difícil para las editoriales, que, según sus personajes, ellas mismas se han labrado ofreciendo malos productos a los lectores y no sabiendo educarles, buscando un éxito comercial que es pan para hoy y hambre para mañana. Vamos a ver qué tal toman lectores y críticos este poderoso envite en forma de novela de uno de nuestros escritores más airados y combativos.

Rafael Ruiz Pleguezuelos