memorias difusas de isidro blanco

Opinión:

Desde mi punto de vista, estas "Memorias difusas de Isidro Blanco" poseen una serie de aspectos muy destacables que confluyen perfectamente dando como resultado una novela muy completa.

En primer lugar, el autor demuestra un alto conocimiento de términos náuticos, por lo que todos aquellos sucesos que acontecen en el interior de un barco o durante un trayecto marítimo resultan muy convincentes y veraces. Su riqueza de vocabulario no se limita a este campo sino que a lo largo del libro Guijarro demuestra una enorme riqueza expresiva. Enlazando con lo anterior, el autor ha optado por una narración "clásica" que hace de lo descriptivo su razón de ser, denotando además un exquisito cuidado en los aspectos expresivos o estilísticos: utiliza, por ejemplo, la palabra exacta en el momento justo. Sin embargo, ese gusto por cuidar al máximo frases y párrafos lleva aparejado que a lo largo de la narración se alternen momentos de una enorme agilidad con otros que me parecieron algo más densos.

Por otro lado, las peripecias del joven protagonista nos permiten hacer un recorrido histórico por la España del siglo XIX. Isidro Blanco participará en acontecimientos enmarcados dentro del reinado de Isabel II y del gobierno reaccionario de Narváez, las guerras carlistas, el cantón de Cádiz, la república federal española, los conflictos con Estados Unidos y Filipinas, etc. Como consecuencia, el autor consigue un libro repleto de aventuras, muy variadas y diferentes unas de otras, en el que pasan muchas cosas: hay asesinatos y un falso culpable, piratas, tráfico de esclavos, naufragios… en una historia con ecos de escritores tan dispares como Conrad, Defoe, Robert Louis Stevenson o el Pérez Galdós de "Los episodios nacionales".

De todas las aventuras vividas por Isidro Blanco la que despertó en mí mayor interés fue toda la odisea que se desarrolla en el barco negrero. De igual modo me pareció muy sorprendente e insólito el episodio en el que Isidro Blanco recibe formación budista de parte de un monje japonés. Por último, resulta muy interesante cómo la figura de un pariente lejano, un primo, que había sido famoso por su crueldad como negrero – y que nunca llegó a conocer - le influye de manera tan fulminante cuando hace balance final de su vida, como si todos sus actos estuvieran movidos por la influencia de semejante personaje.

No estoy de acuerdo para nada, sin embargo, con las conclusiones que Isidro hace de su vida que me parecen de un pesimismo atroz y que pienso que tienen poco que ver con todo lo que ha experimentado y vivido a lo largo de la novela. De alguna forma, reniega de todo: de sus ideas políticas, de sus inquietudes científicas, de sus odiseas como navegante… cuando pienso que realmente su biografía es absolutamente apasionante y está repleta de anécdotas muy interesantes y que deberían de haberle convertido en un hombre pleno de experiencias y mucho más satisfecho de sí mismo. Es como si al final se sacara como conclusión que no es demasiado aconsejable dejarse llevar por el idealismo, algo con lo que no quiero ni puedo estar de acuerdo.