Matilda

Opinión:

Mira que hay libros escritos en los años 60 con los que ni niños ni adultos de hoy conseguirían empatizar y disfrutar tanto como con "Matilda", y es que esta historia tiene todos los ingredientes para seducir, enamorar y divertir a niños y adultos. ¡Amo a Matilda! Apenas cinco años y una cabeza llena de literatura, sin embargo, y a pesar de su razonamiento sensato, ni es una marisabidilla ni resulta prepotente, justo lo contrario: provoca ternura porque Matilda es inteligente pero inocente. Desconoce muchas cosas y pregunta por ellas, es súper curiosa, y su privilegiado cerebro es maravilloso.

Como contrapunto, sus travesuras. Magníficas ("malas") ideas con las que vengarse de los padres que le ha tocado (yo no podía evitar leer el libro recordando la película, especialmente a Danny de Vito -como su padre- y a Rhea Perlman -como la madre ¡Qué papelones!), en particular de su padre, un tipo que desprecia a la chiquilla como si fuera estúpida cuando ésta le da veinte mil vueltas a su intelecto. Leyendo una escena familiar de "Matilda" recordaba el chiste gráfico de Idígoras y Pachi, de un padre viendo un partido de fútbol en la tele, la madre pasando por ahí, el niño leyendo a Kant y el padre diciendo "María, quiero las pruebas del ADN! ¡Este niño no es mío!". Justamente uno de mis chistes gráficos favoritos.

Es imposible que la historia de Matilda no guste a los niños, y casi todos los que ya han cumplido cierta edad, lo han leído, pero yo quiero reivindicar a "Matilda" también para los adultos. Divertida, tierna, entrañable…

Los niños que no han leído aún el libro, además de reírse mucho, se sorprenderán con el secreto que la señorita Honey esconde y que le confiesa a la pequeña Matilda.

Esta edición tiene el valor añadido del mimo con el que lo han creado pues aunque lo leo justo para el #DíadeRoaldDahl, se publicó por el 30º Aniversario de "Matilda": De tamaño manejable -que no bolsillo-, en tapa dura, portada de colores vivos, buen tamaño de la tipografía interior del relato, y con los dibujos originales de Quentin Blake -como no podría ser de otra manera-.

Además, la edición en particular tiene otra peculiaridad: el 10% de los derechos de autor generados por la venta de este libro se dona a las organizaciones benéficas de Roald Dahl.

Honestamente, no se me ocurre un regalo mejor para un niño o un adulto con corazón infantil.

Anika Lillo