Manual de poesía para robots

Opinión:

No sabía qué iba a encontrarme cuando comencé a leer "Manual de poesía para robots", pero la verdad es que la historia me ha cautivado y ha conseguido engancharme a su lectura.

Daniel Cantos nos transporta a un futuro no tan lejano, ya que comienza en la nochevieja de 2029. Nuestro protagonista David, que en realidad no se llama David, conoce al amor de su vida, Amanda, que en realidad tampoco se llama Amanda.

La narración la realiza el propio David, muchos años después de esa primera noche, al borde de la muerte, deja constancia de su historia y nos va desgranando sus recuerdos.

La historia de amor tiene la peculiaridad de que sólo se pueden encontrar la última noche del año, y además cada vez eligen un sitio diferente, de tal manera que vamos viajando por Roma, Cabo Polonio, Nueva York y Katmandú. El autor nos describe con todo lujo de detalles la celebración que se realiza en cada parte, cómo los lugareños lo viven y cómo dan la bienvenida al nuevo año. Además de los paisajes, lugares emblemáticos de cada ciudad y siempre algo a destacar que nos deja una buena sensación de ese viaje.

La relación da un giro cuando David quiere saber más sobre Amanda, y a pesar de las advertencias de ella, decide investigar e intentar localizarla.

Conocemos también a todo el entorno que rodea a la pareja, y cómo influye en ellos. Tenemos personajes secundarios muy importantes y que además están muy bien definidos, son los justos y no están de relleno.

Es lo primero que leo del autor, Daniel Cantos Pardo, y me ha sorprendido su manera de escribir. Me ha parecido muy delicada, con mucho sentimiento y que consigue transmitir cada una de las emociones que los protagonistas tienen. Además es muy fácil de leer y no encontramos durante el libro ninguna escena de "paja" que nos resulte más tediosa de leer. La novela tiene poco más de 100 páginas, pero las he devorado con ganas y es de esas novelas que te dejan con ganas de más.

Emociona y consigue poner los pelos de punta en más de un momento.

Al final del libro nos deja una pequeña enseñanza, bonita, y que deberíamos de aplicar desde ya si no queremos que lo que vaticina Amanda se cumpla.

Vane Gómez