Los nuevos pobladores

Opinión:

Pilar Fraile nos deleita con catorce relatos que configuran un mundo aparte inserto en el devenir diario, personajes que se muestran invisibles aunque los veas, otros que parecen querer seguir huyendo, eso sí, con cuidadas zapatillas deportivas, habitantes nuevos en viejos espacios, almas que laten a la fuerza.

Relatos que se desarrollan en ambientes cotidianos, incluso grises, con una pátina de apatía que cubre todo hasta ese giro de tuerca que hace la autora y nos asombra, pues con un par de pinceladas crea un mundo nuevo, sorpresivo, incluso insospechado, como cuando levantamos la primera capa de papel pintado de una casa antigua y nos topamos de frente con algún dibujo infantil, algún rastro de otra vida, un relato inacabado.

Porque en sus líneas se desdibujan mundos, se metamorfosean rutinas y costumbres, nada es lo que parece ser, y sin embargo, es. Idiosincrasia, costumbres, ideas, pensamientos, que derrapan realidad abajo para tocarnos los ojos e impregnarnos de una visión nueva.

Sus personajes buscan estabilidad en muchos casos, necesitan ser conducidos hacia puerto seguro, pero sucumben ante la aplastante realidad o no son capaces de dar ese golpe de timón que resolvería todo, aunque alguno, a ciencia cierta, logra añadir esa chispa que falta para ver la luz al final del túnel.

La mayoría de los títulos de este grupo de relatos tienen una sola palabra, sólidos, perentorios, casi parecen sentencias, pero que nos dan la clave, pues nos llevan hacia el derrotero que implícitamente ha indicado la autora en el título. Aun así cada uno de ellos sorprende, incluso, al acabar el libro quedas con ganas de más. Releer alguno se hace imprescindible, para paladearlo nuevamente con una nueva visión, tras la sorpresa inicial.

Porque son naturalezas aparte, dentro del propio mundo pedestre que vivimos, donde salirse de las normas, las dudas o la anomalía, van dejando un surco insoslayable, casi un abismo que solo la palabra puede atravesar. Una caída al vacío, distorsión de la realidad, una vuelta de tuerca grata y sorprendente.

Relatos que vibran, que nos muestran la violencia de género desde un prisma divergente, personajes psicopáticos, gente que corre que parece huir de algo, más que hacer deporte, situaciones caóticas, casi surrealistas que te hacen volver la mirada hacia dentro, preguntarte si tu propio caos no será parte del relato de alguien. ¡O viceversa!

Carol Inabé Barba