Las respuestas de Sandra

Opinión:

Si Leonarda es la creatividad (y la locura y la pasión y la variedad  y la rapidez y la capacidad para asociar parcelas diferentes); María Lince, la intuición (y la percepción, la perseverancia, la observación, el seguir al corazón y el tener siempre un buen consejo para todos) y Pascal es la lógica (el que tiende a la perfección, el deductivo, el paciente, el observador, el que respeta sus rutinas al máximo y el que no se cansa nunca de preguntar, indagar, reflexionar y consultar sus libros), Sandra es la sabiduría. O, lo que es lo mismo, la capacidad de aceptar lo que nos da la vida, la empatía, el equilibrio, la sensibilidad, el dar a cada uno justo lo que necesita, el respeto por la vida misma y el compendio de todo lo que constituye nuestro día a día.

Así se nos presenta a la protagonista de esta nueva entrega de la colección Entre nubes de Anaya que pretende ahondar en las diferentes capacidades intelectuales desde la  perspectiva de la colaboración y el enriquecimiento mutuo.

En este caso, además, también se nos habla de las rutinas y de los hábitos. Pascal siente mucha curiosidad por descubrir cuál es el secreto de la longevidad de Sandra y, para ello, investiga qué hace cada día. Así, irá descubriendo que la comida sana y variada, el ejercicio, las sonrisas, los abrazos y los amigos; y vivir cada día con los ojos bien abiertos son requisitos imprescindibles para tener una vida larga y plena y para ir alcanzando la sabiduría que nos permite ser empáticos y resilentes.

En ese sentido, Pascal y Sandra se nos presenta casi como opuestos. Sandra tiene sus costumbres, sí, pero se amolda a las circunstancias y a las necesidades de los demás, mientras que Pascal es más rígido y cree que necesita sus costumbres inflexibles paras sentirse bien. Gracias a la empatía de Sandra, aprenderá que hay más cosas en la vida que la perfección y la rutina.

La obra vuelve a jugar, pues, con la oposición de contrarios que acaban descubriendo que más que opuestos son complementarios, profundizando, así, en la idea general de la colección: todos somos distintos, puede que incluso radicalmente diferentes, pero todos somos iguales, nadie es mejor que nadie, y todos podemos colaborar para hacer de este un mundo mejor.

Y como es habitual en esta colección, las páginas finales están dedicadas a un puñado de actividades que tratan de ser una ayuda para profundizar en los temas y cuestiones expuestas, así como en la propia lectura.

Lidia Casado