Las horas robadas

Opinión:

Emprendo la redacción de esta reseña algo triste porque no tengo demasiadas palabras bonitas para dedicarle y me fastidia. Me explico: no conozco a la autora ni recibo comisión ninguna por poner bien esta o aquella novela (Anika y el resto de amigos reseñistas pueden dar fe de ello), pero me sabe mal y me entristece "Las horas robadas" porque, ante todo, su lectura deja clara la buena intención de su autora María Solar, así como porque, si no fuera por los defectos que le he encontrado y que la merman significativamente, ésta podría haber sido una novela entrañable.

Comenzaré explicando los puntos positivos que, personalmente, le he encontrado a esta novela.

Por un lado, el tema promete: aunque de secretos familiares estamos servidos (como de casi todo a estas alturas), en este caso me parecía interesante observar los vericuetos de dos familias en la etapa de la transición. Y además de dos familias tan diferentes: una liberal, donde la mujer desempeña el mismo papel que el hombre (además de ser ella quien aporta la fortuna en la familia por herencia paterna) y otra tan tradicional, reflejo de lo que fue la realidad para miles de mujeres durante y tras el Franquismo (y aún hoy… pero ése es otro tema).

Por otro lado, nada más empezar la lectura, me di cuenta de la prosa tan bonita y cuidada que tiene María Solar. Se nota que ha puesto mimo en la elaboración de cada capítulo y tiene hallazgos expresivos francamente potentes y muy visuales (no os engañaré, he señalado fragmentos que me han parecido preciosos). Todo esto, elevó mis expectativas… y entonces fue cuando empecé a verle las costuras y a sentirme defraudada.

Porque, en primer lugar, y comienzo ya con los puntos negativos, el misterio del que os hablaba, ese secreto familiar, es previsible no, lo siguiente. No genera suspense, sabes lo que va a ocurrir mucho antes de que, efectivamente, acabe ocurriendo tal y como esperabas y eso hace la lectura bastante anodina.

En segundo lugar, cuidar la prosa está bien y puede resultar en una lectura realmente placentera pero, una cosa es rebuscar la expresión, y otra darle vueltas a la tortilla sin freno solo para hacer bonito. En otras palabras: en su búsqueda por una prosa diáfana y bella, en muchas, muchísimas ocasiones me he encontrado con explicaciones que sobraban de todas todas, con circunloquios que repetían lo que ya nos había quedado claro y con otra serie de elementos superfluos que, lejos ya de crear belleza estética, me estorbaban y acabaron por cabrearme al sentir que la autora me estaba tratando como si fuera tonta y necesitara reinterpretación de lo que estaba leyendo. Me da pena porque, como digo, se nota que es fruto del intento por hacer bonito, pero a veces lo más bello es lo más simple y alguien (un lector beta, los correctores, la editorial) debería haber aconsejado a María Solar no andarse tanto por las ramas. Es que no os hablo de alguna que otra redundancia… ¡las hay a montones!

En tercer lugar, los nombres. ¿En serio? ¿En serio era necesario tener a un Ricardo, Ramón y Roberto todos ahí bien juntitos? Había momentos en que me confundía, no entendía el por qué de ese amor a la R (hay también una Rosa, pero al ser mujer no cabía confusión). A ver, sé que pasa en la vida real, que dos mejores amigos pueden ser Pepe y Pepe y que dos hermanos pueden ser Antonio y Antonia, pero ya que estás escribiendo una obra de ficción y eres tú quien elige la onomástica de los personajes… ¿por qué lo pones difícil?

Por último, quería señalar que no creo que María Solar sea una mala escritora, ni mucho menos. Creo, simplemente, que es principiante, que ha querido contar una historia muy sencilla (demasiado para una novela, si no llega a haber tanta repetición se habría quedado en un relato largo) con una forma demasiado meditada y que, de camino, se ha desorientado y caído en defectos varios que restan enteros al conjunto final. Espero, sinceramente, que mi opinión y el resto que reciba le sirva para pulirse y mejorar, porque realmente se atisba potencial en esos fragmentos que, como os decía antes, he marcado en mi ejemplar.

Ana Vanesa Cremades