Las hijas de la fábrica

Opinión:

1961, Leonor y su marido Manuel, un hombre apocado quien se mueve solo por el miedo, la palanca que le dictaba lo que tenía que hacer y lo que no, y sus dos hijos, Lucía y Juan, emigran de Montilla, su pueblo natal de la provincia de Córdoba con todo lo que tenían, a la "tierra prometida", Barcelona. Así comienza esta historia social, costumbrista, para nada alejada de los que nacimos en esas décadas, pero a la vez que nos parece ya muy lejano. La historia se divide en bloques y comienza la narración desde la perspectiva de Leonor y continuará por las otras mujeres de la familia, hasta terminar en el año 1992.

La emigración en esa época fue muy abundante hacia las urbes tras la cruenta guerra civil. La compra de maquinaria hacía innecesaria tanta mano de obra en el campo, y Barcelona era moderna, llena de coches, casas señoriales, árboles, grandes avenidas, y hasta allí se marcha nuestra querida familia con la esperanza de encontrar trabajo en la gran fábrica de coches SEAT y dejar atrás la miseria que se vivía en el sur; una miseria que no se vio superada al llegar a la ciudad que les daba la bienvenida, y que no hacía otra cosa que hacerles sentir aún más insignificantes.

Recién llegados se camuflaron en un día a día no mejor del que llevaban en el pueblo; en la periferia de Barcelona las desgracias afloraban y mostraban al mundo las miserias del régimen franquista cuyas sombras amenazantes de los dos bandos de la guerra civil muy presentes incluso dentro de las mismas familias. Unas consecuencias que todavía generaba mucho dolor. Sobrevivían con la esperanza de que sus vidas mejoraran. Pero una situación de denuncia sumió en la vergüenza a Leonor, una mujer fuerte que tiraba de su familia, y complicaría aún más las cosas de un futuro próspero. La culpabilidad injusta de la época sobre lo sucedido cayó sobre Leonor, pero la necesidad de salir adelante y de construir una nueva vida hizo que soterrara el dolor de lo ocurrido y tratara de olvidarlo, algo que nunca logró y la pasaría una enorme factura que la acompañaría durante el resto de su vida.

Poco a poco, y no sin mucho esfuerzo, irán creando su vida en la "Ciudad Satélite", zona en desarrollo a las afueras de Barcelona. Nacerá una nueva hija, Esperanza, y los pequeños pero prósperos avances de la familia irán junto al avance de la ciudad que les acoge. Según pase el tiempo, las hijas del matrimonio irán cobrando protagonismo y a través de sus historias nos adentraremos en una sociedad convulsa de huelgas, manifestaciones, conflictos obreros y reivindicaciones laborales, sufriendo Lucía, la hija mayor del matrimonio, los efectos de esas revueltas mezclado con la sociedad de la época en la que la mujer era maltratada social y físicamente. Se llegará al 1973 con las mujeres formando parte de las plataformas reivindicativas a pesar del miedo que pretendía infligir la policía a base de violencia, golpes, detenciones, abusos, que lo que hizo fue lo contrario, que perdieran el miedo y ganaran en fortaleza y creyeran que el cambio era posible.

En 1975, el fallecimiento de Franco traería el contraste entre el temor y la resignación de los mayores y la alegría de los activistas jóvenes porque allanaba el camino a la democracia, sin prohibiciones, sin policía asesina. Llegarían los primeros gritos de "libertad", las elecciones democráticas, y la gente empezando a hablar sin tapujos de la guerra, la necesidad que tenía el pueblo de reconciliarse y tender puentes, de justicia social, aunque aún se tardaría mucho en que el franquismo llegara a ser un recuerdo. El ir despegándose de esas tradiciones y empezar a vivir más en libertad todavía era complicado de asumir en el 78. Las represalias continuaron y surgieron grupos extremistas que cometerían brutales masacres y asesinatos durante años. También pasaremos por la llegada de fenómenos sociales como la ley del divorcio, el baby boom, la crisis económica de los 80, de cómo eso de un puesto para toda la vida pasaba a la historia, o las drogas en su peor versión con la heroína y el sida que irrumpe de repente, o la libertad de expresión, la Barcelona de los JJOO, etc.

Es la historia cercana de España, narrada y sentida dentro de una familia ficticia de 5 miembros, pero que bien reflejaba la sociedad del momento. Ellos son un retrato de la sociedad de nuestra niñez, nuestras familias, nuestros barrios. Lo más relevante de nuestra historia irá ocurriendo en esta familia y cómo cambiaría su vida a raíz de algunos de estos sucesos, cómo las tragedias les irían minando, pero sin olvidar sus orígenes, el pueblo de Montilla, al que regresaban cuando podían, para encontrarse con ellas mismas, para volver a su esencia. Seremos espectadores del paso del tiempo en ellos. A veces el lector se identificará con Leonor, cuando la narración pase a Lucía lo haremos con ella, y así sucesivamente, pero sin dejar de lado al resto de familia muy presente en toda la historia.

Una historia plasmada en margaritas que Leonor bordaría en un retal de tela de saco; margaritas de ternura, de amor, de amistad, de esperanza, de miedo, de dolor, felicidad, incertidumbre, en concreto, de su vida. Leonor, el pilar de la familia, quién la sostiene, se sacrifica por ella, una mujer con arrojo, que calla su dolor y se guarda las decepciones para ella sola; sufridora como tantas mujeres de la época que pueden ser nuestras madres para las que estamos en el medio siglo, o nuestras abuelas para las más jóvenes.

Cualquiera de nosotros podríamos haber sido parte de esta familia.

Belén Flores