Las flores radiactivas

Opinión:

Comprometido con la realidad y los grandes problemas del mundo en el que vivimos, Agustín Fernández Paz nos habla, en esta ocasión, de los residuos nucleares y su peligrosidad. Así, nos embarca en una aventura llena de intriga y misterio protagonizada por Alba, una chica gallega que se siente muy atraída por todas las noticias que comienzan a publicarse en el verano de 1989 sobre unas misteriosas flores brillantes que han aparecido en la fosa atlántica. Este interés, en principio teórico pero que pronto logra que la chica pase a la acción, la conducirá (y a nosotros con ella) a colarse como polizón en un barco que va a investigar la zona y a ser parte importantísima de esa expedición.

Anaya volvió a editar en octubre de 2019, en su colección de Clásicos Modernos, esta novela que tuvo su primera edición en 2013 pero que fue publicada por primera vez en 1990. Y, efectivamente, en eso se ha convertido con el paso de los años, en un clásico que no pasa de moda y que permanece siempre actual. Aunque es cierto que el tema de las centrales nucleares y los residuos radiactivos parece haber pasado en la actualidad a un segundo plano (¿alguien sabe por qué?), lo cierto es que la novela no pierde interés, ni frescura ni capacidad de emocionar al lector. De hecho, con lo ritmos cíclicos y, en ocasiones, circulares de la información periodística y las causas que abraza y deja de abrazar, no me sorprendería que en unos años este tema volviera a convertirse en cuestión de primera plana.

Y es que, como trata de mostrar Fernández Paz, la postura cómoda de retrasar la solución de los problemas relacionados con los residuos radiactivos para el futuro, excusándose en los años que tardan en degradarse, no es en absoluto una solución, sino todo lo contrario. Por eso, el autor mezcla realidad y ficción (los vertidos en la fosa atlántica, en una zona cercana a Galicia y Asturias fueron completamente reales: entre 1949 y 1982, países como Bélgica, Alemania, Reino Unido, Francia, Suecia, Holanda o Suiza arrojaron residuos radiactivos en bidones de hormigón) para ofrecernos lo que para muchos sería una buena salida a estas cuestiones. Aunque sea, claro está, desde la literatura, la ficción y la más profunda convicción pacifista y unas dosis altísimas de fe en la humanidad. ¡Ojalá existieran unas flores como las del libro, capaces de producir efectos semejantes!

Con un peso muy importante de lo periodístico, Fernández Paz nos regala en esta novela una historia muy interesante y atractiva tanto por el fondo que trata como por la manera de enfocarla y transmitírnosla.

Lidia Casado