lamparas de sueño

Opinión:

Creo que a la poesía hay dos formas de acercarse: como a un problema matemático, es decir, fijándonos sólo en su estructura, en el modo como está construido el poema, ensamblado, terminado… como un acto que pasa por la cabeza antes que por el corazón; o bien como un acto que engrenda una enorme violencia emocional, dejándote golpear, atrapar, enredar… en el corazón, intentando apartar lo mental, centrándonos en lo puramente emocional, en lo que el poema nos trasmite que, a mí, al menos cuanto más desgarrado o apasionado sea mucho mejor. Pienso que estas “Lámparas de sueño” pasan directamente al corazón, son para ser sentidos. Leticia Cortés quiere desvirgar la vida, violarla… hacer el amor con su nostalgia…

Muchos adolescentes a los doce o trece años en su intento de expresar, de sacar al exterior todos aquellos primeros sentimientos (tristeza, amor, melancolía, conflictos con su familia…) que se agitan por su interior y que intentan controlar, entender, dominar, aceptar… utilizan por un lado el diario personal y por otro la poesía. Leyendo estos poemas, tengo esa misma sensación, como si leyera los primeros escritos de una amiga del colegio que el único modo que tiene (o que sabe) para darse a conocer a los demás es escribiendo sobre todo lo que le inquieta, todo lo que está descubriendo.

Percibo además una curiosa continuidad entre los poemas que se me antojan como pequeños ensayos emocionales, como si Leticia estuviera todo el tiempo buscando el modo de expresar todo lo que bulle en su interior, como una niña asustada y atrapada en su propio laberinto, intentando encontrar desesperadamente la salida. Finalmente parece que todas las piezas encajan y se produce una explosión espectacular de sentimientos en los dos del final: Animal de Soledades y, sobre todo, El Horizonte en donde aparecen todos los temas expresados anteriormente a modo de espectacular desahogo definitivo, de respiro final.

A través de los poemas, Leticia Cortés mantiene un diálogo con su yo más interior, con lo más profundo de su apasionada / apasionante sensibilidad. Exponiéndose completamente desnuda de sentimientos ante el respetable, consigue la identificación inmediata del lector y una mayor vocación de universalidad emocional.

Leticia Cortés es como una niña cuyo juego favorito consiste en jugar con las palabras, mezclarlas, unirlas unas con otras consiguiendo versos cargados de un hermoso simbolismo, pero dotados de una personal estética, por ejemplo: “Bebedero con caries en la alacena” o  “Grito de las garras nocturnas / de gatos en seco, de escaleras altas y rubias…”

En muchos de sus versos, me trasmite una salvaje sensualidad, que me impacta profundamente y que me toca con fuerza, de un erotismo apasionado, desgarrador… como un parto con dolor, un aullido desesperado que contagia unas enormes ganas de vivir la vida hasta sus últimas consecuencias.