la pequeña muerte

Opinión:

Todos tenemos en mente esas escenas tan recurridas de las películas de terror donde se escucha o se percibe un corrillo de niñas fantasmales jugando y, de fondo, sus voces, 1, 2, 3, 4, (el resto de la frase depende, pero siempre suele ser sangrante o violenta)... Niñas que evocan a monstruos reales o imaginarios como Freddy, o capaces de traspasar la realidad desde su mundo de ficción, como el sueño... Y esas imágenes suelen impactar tanto que ellas solitas provocan suspiros de tensión contenida. El juego de Nessa Ninona va por aquí. El limbo, en vez del sueño, es el lugar donde la maldad juega con los niños elegidos, y si el mundo ya es terrorífico per se, imaginaos un limbo donde no existe la seguridad pero sí un ente maléfico que busca, precisamente, niños.
 
Los bebés criados por la hermana de la Condesa irán al limbo para resguardarse de la mujer, que obsesionada con la muerte de su hijo comete un error terrible, pero allí las cosas serán mucho más siniestras si cabe. Nessa Ninona se recrea en la maldad poniéndoles rostros infantiles a los protagonistas, pero detrás de cada uno de ellos se adivina una historia de verdadero horror. Algunos ejemplos impactantes son el de la niña pelirroja que hace jugar a las rimas a una de las niñas, o el del niño que le propone a Fran jugar a “la pulga”.
 
Mucha gente dice que el manga no funciona, y menos el europeo, pero yo tengo cada vez más claro que lo dicen porque ellos no lo leen. Estas historias sobrenaturales y perversas son, a su manera, deliciosos bocados de horror que se disfrutan a cualquier edad. En mi casa hay un adolescente, y si él como ejemplo de lector vale, puedo decir que ha leído y releído seis veces el volumen en apenas tres días. Yo a eso no le llamaría decepción ni desinterés, tampoco diría que no funciona. Por mi casa ha pasado mi sobrina, también trece años, y también ha leído y ha disfrutado de la terrible historia que esconde el limbo de Nessa Ninona. A aquellos que dicen que no funciona les recomendaría leer algo más que lo que están acostumbrados a leer, que amplíen sus miras y descubran otros talentos. Quizás estos nuevos talentos acepten sugerencias para depurar sus historias y con el tiempo muchos nos sintamos orgullosos de haberles apoyado en sus comienzos, empezando, sin ir más lejos, por las editoriales que les están publicando sus trabajos.
 
Puedo decir que me ha gustado la historia por lo tétrica, por lo que me sorprende y por lo que me descubre, pero también por su dibujo siniestro no exento de matices. Las páginas negras proporcionan en “La pequeña muerte” una oscuridad casi palpable a la propia historia. Acertadísima la decisión de editarlas así.
 
Anika Lillo