la historia de rasselas, principe de abisinia

Opinión:

Como el libro viene acompañado por un exhaustivo estudio de María Luisa Pascual sobre la figura de Samuel Johnson (su importancia literaria, su curiosa personalidad, etc.) y también sobre "Rasselas, Príncipe de Abisinia", no voy a detenerme en explicar aspectos ya desarrollados en esta introducción. El lector curioso, encontrará en dicho análisis bastantes datos, sugerencias, etc. sobre el autor y su obra, lo suficientemente interesantes como para entretenerme en repetir o resumir lo que alguien ya ha dicho. De igual modo, Internet está lleno de referencias sobre Johnson y su producción literaria o ensayística, que pueden resultar igual de clarificadoras a ese respecto. Por eso, prefiero dedicar esta reseña a expresar mi opinión personal sobre la novela en sí y, más concretamente, sobre los sentimientos o reflexiones que la odisea de Rasselas y su troupe me ha ido trasmitiendo a lo largo de cada uno de los capítulos de la obra en cuestión.

RASSELAS me parece una novela demasiado esquemática (sobre todo una vez que comienza el viaje), es decir: se plantea una situación que más o menos va repitiendo a lo largo de la narración una y otra vez: Rasselas y sus acompañantes llegan a un lugar, conversan con alguien o experimentan la vida en comunidad con un grupo humano concreto y finalmente llegan a la conclusión de que ahí no se encuentra la felicidad. Aunque, a veces, este esquema se rompe con la introducción de alguna aventura (como la del rapto de la sirvienta de Nekayah) lo cierto que a Johnson no parece interesarle tanto el argumento en sí, como que los acontecimientos sirvan como excusa para que los personajes entablen entre ellos una serie de diálogos más o menos socráticos cuyo eje central sería la existencia (o no) de la felicidad en diferentes ámbitos sociales o culturales (y como consecuencia de esto, se diserta además sobre otros aspectos mundanos, como la relación padres/ hijos, la experiencia matrimonial, la soltería, el culto a los muertos, etc.). En todos los casos, la conclusión parece ser la misma: no existe la felicidad plena en ninguna de las diferentes opciones de vida que se les van presentando.

La búsqueda, por parte de Rasselas sobre todo, de una respuesta a sus inquietudes parece desembocar en una cierta ambigüedad, teñida de un cierto pesimismo, lo que parece un antecedente claro de los movimientos filosóficos existencialistas de siglos posteriores. Desde mi punto de vista, es más un ensayo filosófico que una novela, o en cualquier caso funciona mejor en la primera opción que en la segunda.

En realidad, RASSELAS no es más que eso: una reflexión sobre la existencia humana, sobre nuestras contradicciones más íntimas. Comparamos nuestra suerte siempre con la del vecino y, con frecuencia, nos parece la suya mejor que la nuestra. Así por ejemplo al soltero le gustaría estar casado y al casado, soltero; el filósofo que elige la soledad como opción de vida para desarrollar sus reflexiones desea en el fondo retornar a la sociedad, mientras que el ser humano, inmerso en un ámbito caótico y confuso, envidia de ésta la posibilidad de vivir lejos de ese entorno estresante; el hombre de campo desearía vivir en la ciudad y el urbanita marcha los fines de semana a su chalet a la sierra; el famoso de turno añora la tranquilidad del anonimato y las personas normales y corrientes hacen largas colas en castings interminables para conseguir el estrellato; etc. Aunque los estilos de vida y las modas hayan cambiado mucho desde que Johnson escribió esta obra, lo cierto es que el ser humano básicamente parece seguir siendo el mismo.

Por otro lado, en estos tiempos que corren, en los que los libros de autoayuda tienen tan buena acogida entre lectores ansiosos de encontrar un sentido a su vida, en una época en la que las personas parecen obsesionadas por conseguir la felicidad a toda costa ("me opero la nariz porque así conseguiré la aceptación social y por tanto seré más feliz"), un libro como RASSELAS viene a expresar lo banal de semejante intento. Corrobora además la inutilidad absoluta de tan costoso esfuerzo, algo que finalmente suele tener más de ilusorio que real, de autoengaño, de simple consuelo, y que a la larga no trae como consecuencia la felicidad, sino más bien una eterna insatisfacción, cada vez más difícil de colmar. En ese sentido, es un libro moral, pero no moralista, es decir, reflexiona sobre la moral pero no imparte doctrina, ni consejos, ni soluciones mágicas.

Por todo esto, RASSELAS me ha parecido un libro bastante interesante, muy ameno, que plantea cuestiones que invitan a la reflexión, que en la mayoría de los casos no han perdido vigencia en absoluto. Como novela, quizá su adscripción a este género habría que ponerla en cuarentena, pero como ensayo filosófico acerca de la naturaleza humana, sus deseos y contradicciones resulta enormemente valiosa y clarificadora.