la elegancia del erizo

Opinión:

Se trata de encontrar por fin la persona adecuada, aquella con la que compartir una agradable conversación o intercambiar CDS de música, lecturas y dvds favorit@s con la total seguridad de que les va a tocar en lo más profundo de la fibra sensible tal y como en su momento te la tocaron también a ti. Una persona con la que uno experimenta una sobrecogedora afinidad no sólo de pensamiento sino en la manera de percibir y sentir el arte, de vivir los libros, de apreciar la música, de participar del cine; aquella que se implica hasta las cejas ante cualquier tipo de manifestación literaria, filosófica o artística, pero también con un modo personal y muy especial de mirar, percibir o disfrutar la vida.

Ya no hace falta comerse todo eso a solas, construirse uno mismo a escondidas su propia cultura -que no es lo mismo, como creen algunos, que la erudición- disimular que nos gusta otro tipo de cine o de música o de libros que los que imponen la moda de lo inmediato, lo rápido, lo fácilmente consumible o asimilable, lo únicamente entretenido, lo plano, lo superficial o banal, lo de todos los días. De nada vale ya disfrazarse de vulgar para mantener el orden social, para confundirse -como el hombre entre la multitud de Poe- con el resto, procurando no llamar demasiado la atención, no vaya ser que encima de acusen de pedante por citar algún grupo musical, novelista o realizador cinematográfico que no se encuentra en la lista de los más vendidos o de los más taquilleros. Por fin, uno ha encontrado a la persona con la que intercambiar opiniones, compartir un mismo espacio vital con la satisfacción de sentirse cómplices el uno del otro.

No estoy hablando de amor aunque a una persona así uno ha de amarla hasta las trancas, cuidarla como el bien más preciado e intentar que esa amistad tan especial avance con firmeza, asentada sobre una base cada vez más sólida y segura, evolucionado, fluyendo, haciéndose cada vez más y más grande. Por eso, debo insistir que me resulta muy difícil catalogar "La elegancia del erizo" como una historia de amor, creo que no lo es en el sentido sentimental del término. Por eso digo que es más la crónica de una mujer, Renée, que por fin ha encontrado a la persona adecuada y de una niña que por fin se ha topado con la horma de su zapato.

Ésta es una novela divertida y que sabe ser conmovedora a partes iguales. Las reflexiones de Paloma y las peripecias de Renée no tienen desperdicio y es sumamente emocionante -al menos para mí sí que lo fue- comprobar cómo ambas van creciendo contigo, vas cobrando por ellas cada vez más cariño hasta el punto de convertirse en absolutamente entrañables, de una ternura sin igual, imprescindibles o inolvidables.

A través de los diarios tanto de la cría como de la portera se nos invita además a reflexionar sobre múltiples cuestiones de profundo calado filosófico, político, estético, cultural, social… y estas disquisiciones aparecen integradas en la trama de manera perfecta, sin aparentes fisuras ni de modo forzado o pedante, con mucha naturalidad y espontaneidad.

Pero lo más importante de todo es que "La elegancia del erizo" es sobre todo una reivindicación de lo sencillo frente a lo aparatoso, de lo pequeño frente a lo espectacular y que es en las cosas sencillas y pequeñas de la vida -aquellas que frecuentemente nos pasan más desapercibidas como un ramo de camelias- en donde se encuentra el Arte verdadero de nuestras vidas y que no hay nada más grande que compartir una velada nocturna con esa persona adecuada viendo una película juntos.

Hace tan sólo unos meses habría definido este libro como una novela simplemente agradable, muy bonita de leer pero la habría digerido como una obra de ficción y punto, demasiado perfecto todo.

Sin embargo, actualmente sé que eso puede ser posible, que encontrar la persona adecuada -sin que necesariamente haya amor o deseos de posesión por medio- puede ser posible y que esa persona existe, no es producto de la imaginación si no que se puede uno topar con ella cuando menos se lo espera.

Joseph B Macgregor