La edad de la piel

Opinión:

De esta autora, nacida cerca de Zagreb en 1949 y especialista en literatura rusa ya había reseñado para este portal el buen libro "Zorro", que la editorial Impedimenta había tenido el buen olfato de ofrecer en 2019.

Ya en su momento señalé que Dubravka Ugrešić es, se mire por donde se mire, un hallazgo. Por la originalidad de su escritura, el alcance de sus reflexiones y una voluntad de estilo que la convierte en una escritora especial, distinta en el buen sentido de la palabra. Su magia consiste en poseer una capacidad notable para llegar lejos desde la anécdota, recorrer la historia del mundo a través de la piel, la forma de caminar, un alimento determinado… cualquier motivo, por pequeño que sea, puede llevar en la buena prosa de la autora croata a la mejor literatura. El asunto más trivial nos conduce al pensamiento relevante.

Se dio a conocer sobre todo con una obra que circuló bien por Europa, "Baba Yaga puso un huevo" (también en Impedimenta, que ya va por la segunda edición). "La edad de la piel", respecto a "Zorro", es más monolítica, basando su discurso sobre todo en la eterna cuestión de los Balcanes, haciendo un recorrido amplio desde la ironía o el sarcasmo que abarca sobre todo a los años del comunismo y la guerra. Ugrešić tiene un don para hilar y conjugar los temas más variados, y así podemos pasar del colapso de Yugoslavia a El planeta de los simios sin despeinarnos, o de los tatuajes a la caída del comunismo. A la autora le interesa mucho la gente humilde, los pobres de Europa, y esa es otra de sus virtudes. En sus textos se preocupa de esas limpiadoras del este que malviven en trabajos precarios en Holanda o Reino Unido, de los jóvenes sin futuro de los países que integraban la antigua URSS.

Si en el anterior libro la figura del zorro era la tomada como eje central de cada uno de los capítulos, aquí se arranca con esa piel que envejece, según se nos ofrece en el título. La piel y el paso del tiempo por ella es metáfora para hablar de la memoria, de cómo el tiempo nos labra y convierte en algo muy distinto de lo que queríamos ser. El destino como un vehículo sin volante, algo incontrolable y caprichoso pero que sin duda es buen material para la literatura.

Humor inteligentísimo, refinado, y alta literatura para una autora de quien cada novedad en librerías es una fiesta.

Rafael Ruiz Pleguezuelos