La casa del profesor

Opinión:

Ediciones Cátedra ha hecho bien en rescatar una obra que aquí en España se publicó a mediados del siglo veinte (aunque en Estados Unidos se publicó en 1925). Willa Cather, de hecho, se trata de una "gigante" en su país natal pero de una desconocida en suelo hispánico. Es una pena, la verdad, puesto que su literatura es interesante e invita a reflexionar, como en todos aquellos clásicos que conminan a leer entre líneas y a deleitarse con palabras cautivadoras y poéticas.

En la actualidad la novela, obviamente, pierde todo ese atractivo que allá para los años veinte tenía. No es una novela para gozar de un argumento que cree tensión o que te deje sin respiración. Es una novela para tomarse su tiempo (no se hace larga para nada) y para sumergirse. Quizá sí que es atrayente porque en los tres capítulos que conforman la obra aparece el nombre de Tom Outland como unas decenas de veces. Alguien ya fallecido pero que dejó una fortuna tras realizar hallazgos científicos y que dejó también una huella en todas aquellas personas que lo conocieron. En especial Godfrey St. Peter. No es hasta en el segundo capítulo donde descubrimos la importancia de Tom, un capítulo sólo dedicado a explicar su pasado. Este pasado luego servirá para entender el problema de Godfrey, alterado con el cambio de casa y de hábitat. Éste es el personaje central de la novela. Un hombre aparentemente huraño que es incapaz de abandonar su antigua casa y que está escribiendo un libro sobre historia que le reportará muchos beneficios.

La obra posee un discurso poético que enamora. Algunos críticos o estudiosos afirmarán que un buen desarrollo del argumento otorga una gran calidad a una obra y que es indispensable, pero igual de indispensable es ese río que fluye hacia de la desembocadura que transporte al lector hasta la última página. Willa Cather posee un estilo sutil y fluido, que incluso con una trama que parece no llevar a ningún sitio lleva al lector hasta el mensaje que la autora pretende ponderar.

El lector debería descubrir a esta escritora. Es como ese postre cuya pinta le resulta irrefrenable a cualquier lector ávido o buscador de grandes escritores.

Cristià Serrano