¡Increíble pero cierto!

Opinión:

Muchas veces queremos regalar un libro a un niño que no tiene el hábito de leer y no se nos ocurre que este tipo de libros son ideales para ellos. El motivo principal: la curiosidad. Todo él está centrado en diferencias -algunas realmente sorprendentes incluso para adultos- pero de una forma visual muy atractiva. No hay exceso de letra y las imágenes son llamativas, están muy bien pensadas y ocupan buena parte de las páginas.

Para mí este es uno de esos regalos con los que quedas bien, sorprendes al receptor del regalo y encima le creas una curiosidad que puede bifurcare en dos caminos: que le interese el tema del que va el libro y encuentre un motivo para seguir aprendiendo sobre el tema -y quién sabe si quiera dedicarse a algo relacionado con lo que ve-, o que le apetezca leer más (ya sea otro tipo de libros parecidos, revistas, o incluso que se pase a libros más densos). Cualquiera de las dos cosas es posible -no segura-, pero también podemos encontrarnos con niños que no atraídos por la lectura, lean y relean una y otra vez un tomo como éste. Su atractivo es innegable.

Inicialmente iba a poner como edades aproximadas "para todas las edades", porque después de todo este libro lo leeríamos con curiosidad también los adultos, pero lo cierto es que lo ideal es saber a partir de qué edad sería interesante: a los críos de ocho años ya puede provocarles curiosidad, así que a partir de ocho hasta doce, aproximadamente, sería la edad ideal, sin olvidar que quienes estén a su alrededor, si le echan un vistazo, probablemente también tengan ganas de seguir leyendo aquello que empezaron por casualidad.

No quiero acabar el libro sin poneros algunos ejemplos para que veáis las curiosidades. Una imagen era una planeta con un boquete, y dentro de ese boquete se veían muchos planetas Tierra. El planeta que contenía todos esos planetas tierras (1.320 planetas Tierra) en su interior, era Júpiter. La imagen me ha resultado fascinante.

Otro ejemplo de diferencias de tamaños bastante cercano sería coger el espacio que ocupa Rusia en el planeta, e ir poniendo sobre él las parcelas de tierra que ocupan otros países. Este no nos es tan extraño porque vemos esas diferencias constantemente en el mapa del tiempo, por ejemplo, pero lo cierto es que aquí lo que fascina no es sólo la información, si no las ilustraciones. Creo, honestamente, que le han dado mucha importancia al dibujo y que han acertado de pleno.

Si os encontráis este libro en alguna librería fijaos en la portada y mirad la proporcionalidad de agua total que existe en los océanos poniendo al continente africano como escenario. Os sorprenderá.

Anika Lillo