Anika entre libros

ensayos sobre la obra de azorin

Ficha realizada por: Carlos Ferrer

Título: ensayos sobre la obra de azorin
Título Original: (ensayos sobre la obra de azorín)
Autor: E. Inman Fox
Editorial: Edición de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM)


Copyright: Alicante 2002 ISBN: No definido
Etiquetas:

Argumento:

Compilación de textos que disertan sobre la obra del escritor de Monóvar.

Opinión:

El profesor norteamericano E. Inman Fox (Nashville, 1933) es un infatigable estudioso de la literatura de finales del siglo XIX y de principios del s. XX, como lo demuestran sus estudios sobre Baroja, Maetzu, Unamuno, sus ediciones de obras de Ortega y Gasset y sus numerosos ensayos sobre la figura de Azorín, como es el caso de estos «Ensayos sobre la obra de Azorín». Azorín, que tenía aversión a la literatura del s. XIX, deudor de Nicolás Evreinoff, lector de Ibsen, Sudermann, Maeterlink, e informador, merced a sus continuos artículos en la prensa diaria (como los recopilados en «Escena y sala» y «Ante las candilejas»), de los avatares del teatro experimental europeo de los años ’20, fue uno de los escritores más persistentes en defenestrar el teatro de raíz naturalista, cuyo baluarte fue el francés Henry Becque, y el autor de la crítica teatral más breve de toda la historia de la literatura, a colación de un estreno de Jacinto Benavente. Azorín, que se autodefine en el libro Charivari como «profundo filósofo, crítico eminente», pensaba que la literatura española nos muestra las maneras del vivir de los españoles y su grado de civilización, y creía que la literatura y el pensamiento español han tenido sus instantes más prolíficos y brillantes en las épocas de mayor permeabilidad a las influencias extranjeras. La psicología del espíritu castellano la forman «la resignación y el dolorido sentir, la sumisión y la inrecia ante los hechos y la idea abrumadora de la muerte», al decir de la perspectiva del solitario y melancólico Azorín, el escritor del detalle y de lo cotidiano, con la incertidumbre de saber si es una impresión real u obtenida mediante sus múltiples lecturas, que le confieren ideas artísticas e «inspiración libresca». La postura de Azorín en los primeros años del franquismo, decantándose por el glorioso Movimiento Nacional ante la necesidad de publicar sus libros y artículos (cf. el veto de Gabriel Arias Salgado en 1940 a la firma de Azorín en la prensa y el bloqueo bancario sufrido por su editor, J. Ruiz Castillo), es remarcado por Fox de manera reiterativa en los capítulos de Azorín y el franquismo y Azorín en la posguerra. No cabe duda de que Azorín, a inicios de los ’40, se había convertido en un intelectual sometido y tartamudo, tornándose progresivamente en un escritor apático y nada enérgico que, desde 1944, rehusaba prácticamente dedicar unas líneas a la actualidad política, a pesar de que éstas venían siendo habituales a partir de 1904, la fecha de su ingreso en el periodismo profesional. Fox exalta la filosofía crítica de Azorín y su labor como historiador de la literatura, influida por los principios evolucionistas de Darwin y de F. Brunetière (Azorín llegaría a escribir que «falta en España algo como el clásico estudio de Brunetière»), que son incorporados a su método de crítica, como se parecía por ejemplo en Los Quintero y otras páginas (1925). Así, Azorín mantuvo «la idea de que el pasado es una parte integrante del presente» y que los valores literarios son un baremo de la sensibilidad general y establecen el grado de civilización. Según Fox, «a Azorín le atraen las virtudes morales y adopta el hombre frente a la realidad más que la naturaleza misma de la realidad». Es más, le atraía enormemente el reformismo, la regeneración de España, la política de colonización interior y el progreso efectuado desde la continuidad nacional y es precisamente esa continuidad la esencia del pensamiento político de Azorín, aderezado con la defensa del individualismo y la justicia social (sufragio universal que incluya a mujeres y pobres). En este libro no pasa desapercibida la evolución ideológica de José Martínez Ruiz, Azorín desde 1904, «de un anarquista convencido al sereno contemplador del paisaje español y militante publicista del conservador de A. Maura». Pero tampoco le pasa desapercibido al lector la insistencia de su autor en repetir conclusiones y citas, que son un lastre para una lectura sosegada.

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