el niño de la prisión

Opinión:

Leo siempre con bastante interés los libros que versan sobre la llamada guerra "civil" que padeció España entre julio de 1936 y abril de 1939 como consecuencia del glorioso alzamiento. Lo hago porque no quiero ser de esos desmemoriados que han preferido olvidarse o no querer saber qué sucedió en este país después de la victoria de Franco y sus secuaces y que, con su actitud pasiva, perpetúan una injusticia injustificable. Esto es especialmente indignante en el caso del PSOE pese a la ley de memoria histórica.

La ola de terrible represión que se extendió por todo el territorio español y que dejó casi tantos muertos como los que se produjeron en los distintos frentes, fue tan estremecedora que hasta los eventuales aliados del caudillo -nazis y fascistas- manifestaron, en más de una ocasión, su asombro ante tanta brutalidad.

El libro de Andrés Iniesta es, en este sentido, uno más de los que cuenta, en esta ocasión con el lenguaje sencillo de un ciudadano normal y corriente, las atrocidades que los victoriosos cruzados cometieron en una cárcel situada en el conocido monasterio de Uclés en la provincia de Cuenca. El testimonio es verdaderamente estremecedor.

Pretende Iniesta, y es de agradecer, que se recupere la memoria histórica sobre los que dieron su vida, supongo que sin alardes, por lo que creyeron una causa justa. Que no se haga ilusiones Andrés Iniesta, porque nadie tiene ya interés en esa recuperación.

El pueblo español ha optado claramente por el olvido colectivo. No quiere saber nada de reparaciones morales, ni de reconocimientos históricos y ha aceptado, sin más, esa famosa idea de la reconciliación nacional que tan rentable ha sido para algunos que han hecho de ella más bien "aquí no pasó nada".

Sin embargo, los que tanto hablaron de la necesidad de olvidar, de cerrar las heridas y los viejos rencores del pasado, bajo el falaz argumento de que en los dos bandos ocurrieron hechos tenebrosos (lo que es cierto pero con muchas matizaciones) no aplican la misma norma cuando se abrió un nuevo proceso de paz en el País Vasco (lamentablemente fracasado) y utilizan a las víctimas de ETA como ariete contra esa posibilidad. No hay reconciliación posible.

No quiero que se me malinterprete en absoluto: las víctimas de la barbarie de ETA merecen todo el apoyo, consideración y respeto que son justos y absolutamente imprescindibles dar por parte de todos. Las víctimas del franquismo también merecen por lo menos el mismo respeto y una reparación histórica. No hay, no puede haber unas víctimas mejores que otras.

En ese sentido este hombre, con su testimonio, ha perdido el tiempo de la forma más miserable, porque nadie quiere hacer justicia.

De todas formas para los que tengan algún interés en saber como fue parte de la represión franquista en Cuenca, el libro es interesante porque aporta algunos datos interesantes sobre personas y fechas.

Es un libro para leer con espíritu estudioso, al margen de cualquier interés partidista y sólo para conocer un poco más de lo que fueron los años terribles de la dictadura franquista.

Txema