El jardín de Sonoko

Opinión:

Utilizando como hilo conductor la fábula japonesa del "hilo rojo" que indica que todas las personas estamos conectadas a través de un hilo rojo con nuestro futuro, David Crespo ha conjugado una preciosa fábula de amor. No el típico amor de "chico encuentra chica", "chico se enamora y es correspondido" y "viven felices para siempre".

Con unos maravillosos giros, cual guion cinematográfico se tratara, el autor nos lleva de la mano, en primera persona por la vida de Kaoru Nakamura. Un apacible vendedor de zapatos con una anodina vida escrupulosamente anidada en la rutina y de la cual no ha salido desde los últimos dos años (si tenemos en cuenta que durante cinco años vivió aislado en una habitación en casa de su madre, podemos decir que nos encontramos ante un anacoreta privado de los placeres de la vida) que le explota en su cara en el momento que se percata que ha dejado de hacer (de manera autómata) su elaborado plan diario.

Personajes maravillosos con vidas sorprendentes que van entretejiendo la tela de araña que componen y han compuesto los días de vida del protagonista.

Tal y como dice la fábula por la que se mueve el hilo conductor de la novela, "hay seres abocados a estar juntos pase lo que pase".

Es de una lectura fácil pero con una narración esmerada y pulcra. De esas narraciones que se saborean despacio, consiguiendo que te pierdas en sus descripciones y que tu mente empiece a vagar por los lugares que describe.

Un texto fluido cargado de contenido; no  hay párrafos vacíos de sentido y sentimiento. Todos están conjuntados para crear un clima de tensión (pero no tensión de la mala, al contrario) para saber cuál va a ser la siguiente hazaña que nuestro Kaoru va a llevar a cabo; o quizá, que secreto más de la caja de pandora que abrió un día su compañera de trabajo Sonoko podrá salir a relucir.

Personajes todos conjuntos de una sinfonía magistral. Trazados con delicadeza sin dejar ningún fleco pendiente. Y un final apoteósico que no podías imaginar ni al principio ni a mitad de la trama de la lectura.

Yo misma he sido la primera sorprendida al darme cuenta que me he ventilado su lectura en apenas dos tardes. Pero es que se deja saborear… varias veces he tenido que parar para ser consciente que estaba leyendo realmente a un autor español, puesto que la narración va más allá de los simples detalles, hace que te metas en la trama y que pienses que realmente estás paseando por Tokio.

Un libro para disfrutar y para que disfruten, puesto que es de los que apetece leer en voz alta para el disfrute del resto del personal.

Ross Goose