el gran momento de mary tribune

Opinión:

Juan García Hortelano es un autor minoritario, compañero de parrandas alcohólicas del hermético y mucho más famoso Juan Benet, y coetáneo de Juan Goytisolo. Y es una pena que sea tan poco conocido.

Reconozco que el argumento de esta novelona suya, así contado, no inspira nada de interés. Pues sí que contribuyo yo que se le conozca más... probaré otra vez.

Esta es la historia de una segunda Nancy, sí, la de la "tesis" de Ramón J. Sender, que vuelve a España, más madurita y más zorrona, y se encuentra al chico sin nombre y su pandillona: Bert, Tub, Pablo, Andrés, José María, Sagrario, Julia... muy parecida a la pandi de "El Jarama" de Ferlosio, aunque aquellos han tenido, en general, suerte en la vida y han accedido a una existencia acomodada, cambiando las bicicletas por el seiscientos.

Porque hay como un hilo invisible que una a esta novela con las otras dos que acabo de mencionar: al menos, a mí me lo pareció.

Los años setenta en Madrid marcaron el principio del fin de la miseria perruna en que nos dejó la Guerra Civil. Son años en los que los norteamericanos de la base militar de Torrejón de Ardoz supusieron una entrada masiva de dólares, y una actualización de usos y costumbres. Lo que fueron las suecas en la Costa del Sol, vamos: el fin de la boina.

Como en la novela de Ferlosio antes citada, aquí la acción es mínima: una serie encadenada de fiestas acompañadas de borrachera y resaca, día sí y día también, un errar sin sentido de casa en casa, y litros y litros de alcohol, la gran - y única- droga de entonces.

Lo que integra y salva a la novela, en mi opinión, de ser un tostón memorable es el lenguaje: es una delicia de humor sarcástico, de visión autoirónica de la minisociedad pudiente de entonces, una sociedad que ha leído, y no sólo "Camino" o los "episodios nacionales"; que ha viajado a Perpignan a ver porno, pero también a la cinemateca de París, y ha dejado atrás las penurias de la posguerra e ingresa en una madurez primera, que se resisten ferozmente a abandonar: saben que el "sentar la cabeza" supondrá el fin de su camaradería y las borracheras felices.

He disfrutado enormemente con muchos pasajes de la novela, hasta sentir una rabia interior que se podría concretar en la frase "¡yo QUIERO escribir así!", pero reconozco que no es para todo el mundo: aficionados a novelas-en-las-que-pasan-muchas-cosas, absteneos. Estudiosos de los usos y costumbres de la burguesía madrileña en el despegue del desarrollismo, esta es vuestra novela: corred a por ella.