El fuego en el que ardo

Opinión:

Con esta novela tengo sentimientos enfrentados, no lo negaré. Por un lado, ha sido una lectura adictiva, rápida, que me ha entretenido (aunque resulta repetitivo en ciertos fragmentos que achaqué a lo primerizo del autor). Sin embargo, por otro lado, y tras reposar la historia un par de días, el contenido y ciertos mensajes de esta novela me han parecido desafortunados, sobre todo teniendo en cuenta el público potencial de esta novela.

Intentaré explicarme sin destripar demasiado la trama.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que nos encontramos ante una novela de corte claramente juvenil. El tema principal podríamos decir que es la violencia, tanto en forma de escolar o bullying, como de género.

Óscar sufre ambas, la primera por ser gay y la segunda porque su padre es un hombre iracundo que en la novela se dedica únicamente a llamarlo "niño" y meter bofetones a diestro y siniestro (por eso hablaba de repetición de escenas o estructuras narrativas). Óscar se siente tan desesperado que se autolesiona para sentir algo distinto a lo que vive diariamente, por lo que también la novela vadea por ciertas áreas de enfermedad mental que, sencillamente, no me parecen bien resueltas.

Y aquí reside el pero principal que le puedo poner a la novela: cómo se resuelven los diferentes conflictos. Ni Óscar, ni su madre denuncian la violencia a la que están siendo sometidos, y Óscar tampoco tiene apoyo médico para tratar sus autolesiones o esa depresión latente que se le adivina en ciertos capítulos. A Óscar lo salva el amor, un concepto harto leído y visto en literatura y cine pero que no creo que sea adecuado para el público potencial al que se dirige el libro. ¿Debemos esperar a ser salvados, a que alguien nos ame para enfrentarnos a nuestros problemas? (Y eso sin contar con que ni siquiera se enfrenta realmente, huye de ellos). Este es el principal escollo que encuentro para terminar de valorar positivamente la novela.

En segundo lugar, no quiero ser injusta, al principio de esta reseña he señalado que ha sido una lectura adictiva y que me resultó muy entretenida, y es verdad. Tal vez me llegó porque lo leí en un momento especialmente sensible o porque ligeramente pude ver algo de la niña acosada que fui (tonterías sin importancia en comparación con lo que le hacen a Óscar, pero siempre queda la cicatriz por pequeñita que sea de esos momentos difíciles), pero es de justicia admitir que hay fragmentos que me han parecido muy potentes y que el autor, Mike Lightwood, no escribe mal. Creo que es el romanticismo en el que ha envuelto la historia (romanticismo en el sentido más amplio, en ese que nos han vendido y que nos hace creer que todo estará bien si encontramos a nuestra media naranja) lo que más lastra la historia porque, desde ese punto de vista, el mensaje subyacente es, diría, peligroso.

Como digo, la novela también tiene aspectos positivos, el autor sabe manejar el ritmo para que la acción no decaiga y enganche y, creo que con práctica y un buen corrector estilístico sus futuros escritos serán más redondos (hay demasiados "ojos en blanco", demasiados "adorables" y algunas otras repeticiones machaconas). Además, cada capítulo comienza con una pequeña cita de canciones de grupos y cantantes que representan muy bien el sentir LGBT y que vienen como anillo al dedo para lo que se narra a continuación y la narración también se agiliza mediante la introducción de conversaciones de Whatsapp y entradas en blogs o Twitter.

Por todo ello, os hablaba de sensación agridulce… que tiende al agrio a medida que pasan más días y el mensaje me cala más hondo. No creo que sea conveniente que nuestros adolescentes aprendan a depender de un amor ideal para salvarse ni a huir en lugar de enfrentarse a un problema tan serio como es el acoso escolar. ¿Y si no encuentro a alguien dispuesto a hacerme ver la vida de color de rosa? ¿Qué pasa entonces con los acosadores? ¿Lo mejor es que sus abusos no tengan consecuencia alguna? No sé si estas preguntas tendrán respuesta en la siguiente entrega de las aventuras de Óscar (después de leer la novela descubrí que es primera de una saga), pero ojalá, sea así y este aspecto mejore.

En conclusión, una historia que se lee muy rápido pero se paladea despacio… y quizás el regusto que os deje en la boca no sea el más agradable.

Ana Vanesa Cremades