El chico del periódico

Opinión:

Vince Vawter (Tennessee, 1946) dedicó prácticamente toda su vida al periodismo, con más de 40 años a sus espaldas. No fue hasta después de su jubilación que no se dedicó al mundo de la escritura literaria. En 2013 publicó "El chico del periódico", obra que pronto se ganó a la crítica y al público juvenil, hasta el punto de que en 2014 fue mencionado en el John Newbery Medal, más conocido como el Newbery Award, por ser una conmovedora bildungsroman (novela de formación o de aprendizaje, en la que el personaje aprende y mejora a medida que crece). Este premio representa uno de los más importantes en el mundo de la literatura infantil y juvenil en el país norteamericano. 

El autor Rob Buyea apuntaba sobre esta novela que trata de "un niño inolvidable y de una historia inolvidable". Efectivamente, es una novela inolvidable, con un personaje que tartamudea y a quien le supone todo un reto tener que mostrar su tartamudeo ante los demás. El propio autor es tartamudo y colabora con diversas fundaciones que luchan contra este trastorno del habla, algo que, obviamente, viniendo de una experiencia directa y personal, se plasma a las mil maravillas sobre el papel. A través del chico Vincent, el lector/a descubrirá el sentimiento de vergüenza e inferioridad que esta situación incómoda le provoca, a la vez que será testigo/a de una evolución del personaje para superar sus miedos y encontrar vías para tartamudear menos o para interactuar con desconocidos. Él se ofrece para trabajar el mes de julio como repartidor de periódicos, así que en ocasiones se verá obligado a tener que hablar con gente adulta, quien normalmente lo discrimina. Mientras tanto, descubrirá elementos propios del mundo de los adultos como el alcohol, el deseo por viajar o el conocimiento, y lo bonito de todo es que se producirá de una forma sutil, de soslayo, conque los propios lectores, en edad efervescente aún por crecer, en esa etapa que se inicia para acabar en la adultez, aprenderán con el chico y deberán reflexionar por su cuenta y ser lo suficientemente perspicaces para entender de qué va todo. Si bien es verdad que el escenario es 1959 y que, en consecuencia, les pillará algo lejos, posee elementos atemporales que lo convierten en una novela para emplear en cualquier momento.

Se estructura en capítulos lo suficientemente largos para no perderse ni cansarse, en un vocabulario accesible, en primera persona. Está encuadrado en la colección "Exit", que la editorial Bambú tiene para lectores a partir de 14 años. Sin embargo, es una novela que incluso puede leerse desde los 12 años. De hecho, el personaje tiene 11 años y tiene también mucha inocencia, aún alejado del mundo de los adultos.

La narración presenta un discurso ágil y dinámico, centrado en las acciones y en el comportamiento de las personas. Su autor posee una gran capacidad para analizar a la gente y para saber caracterizar a un chico de 11 años. Posee también la habilidad de embellecer las situaciones feas de la vida, donde acciones como las borracheras o los hurtos no parecen situaciones alarmistas o dramáticas. En este sentido, los lectores pueden aprender el valioso mensaje de que hay muchas cosas en la vida que se pueden solucionar y de que hay muchas cosas en la vida que pueden parecer una tragedia pero que, trabajándolas, pueden mejorarse, hasta el punto de que no te afecten. 

Los otros personajes que discurren en la novela son muy realistas, con problemas muy cercanos que recuerden a los vecinos que los jóvenes lectores puedan tener. Todo se efectúa desde la mirada ingenua del chico, pero, aun así, con una muy buena caracterización de todos los que le rodean. Y siempre sin caer en redundancias ni pasajes muy lentos. Quizá para algunos lectores o lectoras falta un punto de acción o emoción, mas serán pocos. Esta obra, a decir verdad, conserva mucha de autobiografía del propio autor de cuando era pequeño, y ya se sabe: historias autobiográficas siempre suelen enganchar y gustar.

Cristià Serrano