El camino de la vida

Opinión:

La labor que la editorial Acantilado viene realizando con las obras de Lev Tolstói es digna de admiración: poco a poco, gracias a las traducciones de Selma Ancira -y también algún libro suelto a cargo de Marta Rebón o de Enrique San Vicente-, los lectores españoles podemos disfrutar de la mejor prosa rusa de todos los tiempos. En este caso, "El camino de la vida" se suma a obras como "Correspondencia", "Diarios" o "Confesión" en la labor de la crítica contemporánea para ahondar en ese inexplicable cambio que vivió el escritor en sus últimos años de vida. Tras su participación en la guerra de Crimea y los años dedicados a la escritura de "Guerra y paz" y "Ana Karénina", entre otras muchas novelas memorables, Tolstói se vería seducido por un nuevo discurso basado en el altruismo, la generosidad y la igualdad, hasta el punto de abandonar la escritura y dedicarse de forma exclusiva a cultivar los bienes de su espíritu.

En aquellos momentos, mientras hacía libros de texto para donarlos a la educación de niños desfavorecidos, Lev Tolstói reunió una serie de aforismos, sentencias y citas de todo tipo de escritores en los que, de alguna manera, apoyar su discurso ascético. Una vez recopilados estos textos, los ordenó en treintaiuna secciones temáticas que están pensadas para leerse una cada día del mes, a modo de calendario ascético. Junto a los aforismos y citas de sus lecturas, Lev Tolstói inserta también pequeños fragmentos de su pensamiento místico-religioso, una filosofía de corte platónico que busca el retorno al cristianismo más desnudo y primitivo. Reflexiona así sobre la división entre cuerpo y alma, el sentido de la fe, los distintos pecados, la humildad, la muerte o sobre maneras de abordar la vida de forma más ética y sana.

Si bien "El camino de la vida" se puede leer como la enciclopedia definitiva del pensamiento tolstoiano, también ofrece una valiosísima información acerca de las lecturas que el autor hizo en aquellos años. Se alternan en el texto pasajes de autores de la tradición estoica como Epicteto y Marco Aurelio junto a otros de pensamiento ya cristiano, como los Evangelistas. Sorprende también la diversidad de tradiciones que incorpora Tolstói a su pensamiento, pues tienen cabida también personajes orientales como Buda o Lao-Tse e incluso mesoamericanos como Nezahualcóyotl. Incluso penetra ligeramente en textos filosóficos de Kant o Schopenhauer para construir y defender su pensamiento.

Esta magnífica coda a la obra de Lev Tolstói es apta para todo tipo de lectores: su pensamiento es diáfano; su escritura, accesible y comprometida, y sus temas, de profunda actualidad.

Darío Luque