El bestiario de Michel Foucault
Título: El bestiario de Michel Foucault
Título Original: (El bestiario de Michel Foucault, 2025)
Autores: Rodrigo Castro Orellana, Claudio Romo, Pablo Lópiz Cantó
Editorial:
Akal
Colección: La palabra ilustrada
Copyright:
© De los autores, 2025
© De las ilustraciones: Claudio Romo
© Ediciones Akal, S. A., 2025
Edición: 1ª Edición: Octubre 2025
ISBN: 9788446057055
Tapa: Dura
Etiquetas: bestiario marginación ensayo filosofía libros ilustrados literatura española monstruos recopilatorio de varios autores pensamiento recopilación historia de la Filosofía no ficción
Nº de páginas: 328
Argumento:
Enciclopedia de la ignominia, álbum con personajes innobles, animalario de tipos indignos, como una manada de seres solo medio humanos y, precisamente por ello, demasiado humanos. "El bestiario de Michel Foucault" es todo lo contrario a una leyenda dorada que exaltara los nombres propios de santos. El filósofo otorga el protagonismo a sus criaturas extrañas, a sus excesivos vástagos monstruosos: el delincuente, la histérica, el sodomita, la bruja, el pastor, el miserable, el perverso, el bárbaro, la puta… y, así, hasta una treintena de semblantes, insignificantes algunos, turbios otros, sombríos y nocturnos todos.
Siguiendo nuestros impulsos menos decorosos nos hemos acercado a Foucault por detrás para dejarlo embarazado, haciendo de la lectura una especie de sodomía o de inmaculada concepción, pero en formato orgía, porque somos muchas. Cada figura es, de este modo, un hijo monstruoso de Foucault. No hace falta ser experto en nada para entrar en este perverso simposio, pero sí es condición para el acceso dejar fuera cualquier pudor o sentimiento de culpa.
Opinión:
"El bestiario de Michel Foucault", publicado por Ediciones Akal, es un libro que sorprende tanto por la solidez de su contenido como por el esmero con que ha sido concebido como objeto editorial. Desde su portada hasta la última página, se percibe el cuidado de una edición que busca dialogar con el lector no solo en el plano de las ideas, sino también en el de la experiencia visual y material. Coordinado por Rodrigo Castro Orellana y Pablo Lópiz Cantó, e ilustrado por el artista chileno Claudio Romo, este volumen propone un recorrido singular por las figuras que habitan los márgenes del pensamiento occidental: los cuerpos y los comportamientos que, en algún momento, fueron definidos como desviados, peligrosos o anómalos.
El libro reúne una treintena de ensayos breves que funcionan como retratos conceptuales: Asceta, Agustín Colombo. Bárbaro, Ariadna Royo. Bruja, Ana Carrasco-Conde. Cínico, Juan Horacio de Freitas. Delincuente, Ignacio González Sánchez. Disidente, Germán Cano. Enfermo, Joaquín Fortanet. Estoico, Alba Cosmo. Hermafrodita, Nuria Sánchez Madrid. Histérica, Ester Jordana. Infame, Xisca Homar. Loco, Emma Ingala. Miserable, Pablo Lópiz. Monstruo, Liz Duval. Necio, Clara Navarro. Niño incorregible, Diego Delgado. Onanista, Rosa Martínez. Parricida, Vicente Garrido Genovés. Pastor, Ira Terán y Bruno Monfort. Pederasta, Francisco Vázquez. Perverso, Rodrigo Castro. Plebe, Emmanuel Chamorro. Poseída, Senda Sferco. Prostituta, Laura Llevadot. Psiquiatra, David Domínguez. Sodomita, Luis Alegre. Sofista, Sergio Pons. Suicida, Nantu Arroyo. Tirano, Víctor Berríos. Vagabundo, Miguel Ángel Martín. Verdugo, Cristina Catalina.
Cada uno de ellos se convierte en una forma de interrogar cómo el poder construye y delimita la normalidad, y cómo los dispositivos disciplinarios de los que hablaba Foucault generan sus propios monstruos. Pero más que una simple aplicación del pensamiento foucaultiano, El bestiario actúa como una prolongación creativa de su espíritu: no explica a Foucault, sino que piensa desde él. Los autores no repiten sus ideas, sino que las utilizan como herramientas para explorar nuevas zonas de la experiencia humana, siempre a medio camino entre la filosofía, la política, la antropología y la historia de la cultura.
El tono general del volumen es erudito sin ser árido. A pesar de la densidad conceptual que implica partir del corpus foucaultiano, los textos mantienen una claridad de exposición que los hace accesibles incluso para lectores que no sean especialistas. Hay momentos de auténtica lucidez, en los que la escritura académica se abre a la reflexión poética o a la crítica cultural más directa. Es en esos pasajes donde el libro cobra una fuerza especial, al hacer visible cómo las categorías del poder y de la normalidad siguen actuando hoy, en un contexto donde las viejas figuras del "monstruo" o del "anormal" han adquirido nuevas formas.
Pero lo que distingue de verdad esta edición es el trabajo editorial de Akal. El volumen pertenece a la colección La palabra ilustrada y está impreso en un formato generoso (17 X 24 centímetros) que permite disfrutar tanto de los textos como de las ilustraciones. Las imágenes de Claudio Romo no son un mero complemento decorativo, sino un contrapunto visual que dialoga con las ideas de los ensayistas. Su trazo, que combina la precisión del grabado con una imaginación cercana al surrealismo, da cuerpo a las criaturas conceptuales del libro, transformando el pensamiento en materia visible. El resultado es una lectura que apela a varios sentidos a la vez: se piensa, pero también se mira y se contempla.
Hallaréis la ilustración de una hermafrodita que yace sobre una mesa, rodeada por figuras masculinas (sacerdotes, cirujanos, nobles). Otra a destacar es la figura de una bruja que exhala espíritu hacia una calavera tatuada con símbolos esotéricos que aluden a la posesión y la brujería. También impresiona la imagen de un niño cubierto de erupciones, vestido con una suerte de uniforme aséptico, que transmite fragilidad. O la imagen del ser bicéfalo, con cola de reptil y símbolos de realeza y religión en las manos, que condensa la monstruosidad del poder mismo: una criatura híbrida, mitad divina y mitad diabólica, que gobierna y destruye al mismo tiempo.
"El bestiario de Foucault" no es, pues, un simple acompañamiento visual de ideas filosóficas: es una reinterpretación visceral, barroca y carnal del pensamiento foucaultiano. Las ilustraciones funcionan como espejos deformantes del poder: Un libro que incomoda, pero también ilumina, recordándonos que todo saber tiene su sombra. Aquí se explora cómo las estructuras sociales producen y definen a individuos "indignos" o marginales, mostrando las formas en que el poder moldea las subjetividades. A través de un enfoque conceptual y visual. Se reinterpreta las ideas de Foucault para trazar un retrato simbólico de los tipos humanos generados por los mecanismos institucionales.
Akal mantiene aquí el estándar de calidad que ha caracterizado su catálogo de humanidades y filosofía durante décadas. El papel es de gramaje alto, la impresión nítida y el diseño interior limpio, con una tipografía legible y una maquetación aireada que facilita la lectura. El libro, encuadernado en tapa dura, tiene la presencia de una obra destinada a perdurar, y se nota que ha sido producido con una intención casi artesanal, como si cada detalle estuviera pensado para reforzar la coherencia entre forma y contenido. Es un ejemplo de cómo una editorial puede convertir un proyecto filosófico en una experiencia estética completa.
No estamos ante una obra de consulta ocasional ni ante un mero homenaje: es un ejercicio de pensamiento colectivo que reinterpreta la obra de Foucault desde la sensibilidad contemporánea. En sus páginas late una convicción: que el poder, la diferencia y la norma no son abstracciones del pasado, sino estructuras vivas que siguen configurando el presente. Cada figura que desfila por el libro es una metáfora del modo en que la sociedad fabrica sus propios límites y, al hacerlo, se revela también a sí misma.
En tiempos en que la filosofía parece a menudo alejarse del cuerpo, de la experiencia y de la imaginación, este libro devuelve al pensamiento su potencia encarnada. Su lectura deja la sensación de haber asistido a un desfile de seres imposibles que, sin embargo, nos miran desde el espejo de la historia. Y lo hace con una elegancia material y conceptual que pocas veces se encuentra en la edición filosófica contemporánea. Es un volumen que se lee, se contempla y se guarda, consciente de que, como todo bestiario, habla menos de los monstruos que de quienes los inventan.
El libro cierra con un epílogo y contranotas biográficas.
Una obra extraordinaria.
Violeta Lila
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