dolltopia

Opinión:

Abby Denson comenzó en la música punk con sólo dieciséis años. Es de imaginar que su estilo, su forma de pensar, de ser o sus gustos no eran los convencionales. Y mucho de esto (o quizás todo) es lo que encontramos en “Dolltopia”. Su bagaje vital la hace una perfecta transmisora de lo que quiere contar: uno no debe ser lo que quieren los demás, si no aquello que les hace felices. La ropa, el pelo, el estilo, las elecciones en su forma de vida... todo ello nos hace ser nosotros mismos, lo demás es aprendizaje, costumbre, cultura popular y en mayor parte imposición. Naturalmente hay quien quiere ser rubia/a, alta/o, guapa/o y estilosa/o, tener una casa genial, un coche estupendo, niños monísimos que van a escuelas ideales, etc. Pero no todo el mundo desea lo mismo: los hay más hippys; los hay que le dan más importancia a los momentos de felicidad en los que no entra lo material, si no lo afectivo; los hay que prefieren a gente de su mismo sexo a pesar de que les han enseñado a que la media pareja de las chicas se encuentra entre los chicos y viceversa; los hay de todo tipo, y eso forma parte de lo que hace que el ser humano sea quien maneje los hilos en el planeta (para lo bueno y para lo malo).
 
Los muñecos de Abby Denson son una metáfora de nuestra sociedad y el deseo de libertad de quienes no quieren formar parte de una manada sin criterio propio, sin opción a elegir.
 
A los que buscan la libertad les llama renegados. En días como hoy, y a pesar de que el comic fue publicado originalmente en el 2009, casi todos somos renegados, especialmente debido a que muchos se han dado cuenta de la gran farsa que es el sistema donde se nos ha machacado con la falsa idea de qué es la felicidad: comprar más (con la crisis se ha agudizado ¿son felices los que hasta ahora no sabían vivir con lo mínimo disfrutando de su vida y de las pequeñas cosas), tener un aspecto perfecto, no envejecer... Y Abby Denson pone el dedo en la llaga con Kitty, Scotty, Jim, Candy x, Candy o, etc., todos ellos muñequitos que nos representan a nosotros.
 
Sólo un detalle que me ha llamado bastante la atención: queriendo darles libertad de elección, Abby Denson crea un muñeco que es, dentro de Dolltopia, el doctor que les “arregla”. La cuestión es que no sólo les arregla lo que llega estropeado, es que también les provee de piezas perfectas a ser posible. Perfectas. Como desea el ser humano: ser perfecto. Una pequeña contradicción que quizás no se ha resuelto como debiera. Candy x, de hecho, hace una reflexión al respecto cuando comenta lo que considera un fracaso en su idea de darles la libertad a los demás muñecos.
 
En su conjunto, “Dolltopia” es un comic reivindicativo donde prima la búsqueda de la felicidad sin encadenarse a lo clásico, si no a lo moderno. Una llamada a la libertad. 

Una curiosidad: aunque ha ganado un premio Children (niños) y otro de Manga, ni es para niños, ni es manga.

Y una última curiosidad que me ha parecido muy interesante: dentro del mundo de la infancia lo típico es que (sólo) a las niñas (se les diga que) les gustan las muñecas y el rosa, y así se ha diseñado “Dolltopia”. Además del blanco y el negro que le sirve a la autora para los dibujos, el único color que da vida al comic es el rosa (¿como se supone que debe ser?).
 
Anika Lillo