Diccionario de la política española

Opinión:

Uno podrá estar de acuerdo o no con muchas de las provocativas entradas de este llamado diccionario, que tiene más de compendio de impresiones desde una determinada postura ideológica sobre los personajes y noticias más recientes de la política española, pero no se puede negar que es una chispeante dosis de humor tan necesaria como últimamente penosamente perseguida en la agitada vida pública de nuestro país.

Corruptos famosos, jueces, periodistas, políticos, banqueros, instituciones, decisiones políticas, teorías, ideologías, consensos, ideas, policías, la historia de nuestra democracia, toreros y famosos de toda ralea, entre otros asuntos y protagonistas, riegan las páginas de este provocador libro, que se lee de un tirón gracias a la razonable extensión de los textos que dedican a cada asunto, aunque se les ve el plumero en algunas ocasiones cuando se extienden en los temas que más les "ponen".

Los autores, deliberadamente, no dejan títere con cabeza, aunque se les vean claramente sus querencias ideológicas, lo que no podía ser de otra manera y tampoco ellos lo pretenden ocultar.  Es obvio que su destreza tuitera se refleja en los párrafos que dedican a cada asunto, que actúan como puntiagudos dardos que se precipitan contra una convulsa realidad nacional que sin duda da bastante juego, y muy especialmente en los últimos tiempos.

Su atrevimiento resulta hilarante con algunas definiciones que podrían llevar la firma de Groucho, como esa definición de máquinas, como esos "artefactos que hay que fabricar para que puedan fabricarse a sí mismas"; u otras que son tan esclarecedoras como agudas, como la de minijob, ese "trabajo de mierda con sueldo de mierda que debes estar muy agradecido de tener porque si tú no lo quieres hay cola de parados esperando ansiosos para pillarlo".

Es obvio que este libro no pretende ser riguroso, ni tan siquiera veraz, es nada más, y nada menos, que la visión cargada de ironía de unos autores a los que les va la marcha para opinar con gracia acerca de nuestro país, con sus sensaciones, impresiones, ideas, condicionantes morales o ideológicos y también sus prejuicios, con los que el lector se podrá sentir más o menos cómplice, incluso incómodo en ocasiones. Pero ante tanta presión ambiental para que los ciudadanos compren una sola verdad que nos salve de nuestros pecados, leer este libro, algo que no les llevará mucho tiempo, les permitirá, sin van abiertos de mente, sonreír, cabrearse, coincidir o deducir, sobre todo compartir que hay una parte de ese colectivo llamado nación que tiene el mismo derecho a pensar de esta manera que aquellos que piensan lo contrario.

Afortunadamente, y eso honra a estos autores, ellos nunca pretenden hablar en nombre de la Verdad, sino únicamente de su verdad. Y eso es de agradecer, además de hacernos pasar un buen rato, aunque se discrepe de muchas de sus descripciones que inregran este peculiar "diccionario". 

Jorge Riet