Anika entre libros

diarios (1862-1919)

Ficha realizada por: Ariodante
diarios (1862-1919)

Título: diarios (1862-1919)
Título Original: (dnevnikí)
Autor: Sofía Tolstói
Editorial: Alba


Copyright: Traducción, selección y notas de Fernando Otero Macías y José Ignacio López Fernández
1ª Edición, Noviembre 2010 ISBN: 9788484285885
Etiquetas: autobiografía autobiográfica autobiográfico biografía diario literatura

Argumento:


Casi sesenta años es el tiempo que abarcan estos "Diarios", de los que cuarenta y ocho corresponden a los años vida común de Sofía y el gran escritor Lev Tolstoi. Son, en realidad, dos diarios: el que va de octubre de 1862 a noviembre de 1910, cuando muere Lev, y el que inicia en 1905 y que dura hasta la muerte de Sofía, llamado por ella Diarios cotidianos. No hay entradas diarias de todos esos años; incluso hay años que mantienen un silencio completo. De todo ese aún así inmenso bagaje, los editores han seleccionado las entradas que han considerado más representativas de cada etapa, traduciéndolas íntegramente, ampliando con muchas notas a pie de página las posibles ausencias y datos relevantes para entender lo que leeremos.

Sofía Andreievna Tolstaia,  de soltera Behrs, (1844-1919) nació en Pokróvskoie, (los Urales) hija de uno de los médicos del zar. Casada a los 18 años (Tolstoi tenía 34) Sofía cambió radicalmente de ambiente y de mundo: directamente se fueron a vivir a Yasnaia Poliana, la mansión campestre que su esposo tenía cerca de Moscú, alternando temporadas en el campo y en la ciudad, a lo largo de esos años. Lo que nos cuenta en sus "Diarios" es una colección de actividades muy interesantes, un retrato psicológico de su marido, y de la familia y amigos que les rodean, así como de las circunstancias políticas de la época que vivieron. Y las reflexiones y sentimientos de una mujer enamorada.

Opinión:


Sofía pasó de una vida adolescente y juguetona con su familia, a vivir con un monstruo sagrado: un hombre tempestuoso, apasionado pero mudable, que la noche de bodas le da a leer sus diarios, dejándola impresionada y asustada, augurando lo que podía esperar de él en el futuro. Efectivamente, su vida conyugal fue turbulenta. Pero tuvieron trece hijos, (de hecho, fueron dieciséis partos) algunos de los cuales vieron morir. Sofía se dedicó en alma y cuerpo a su familia –es lo que se esperaba de toda mujer- amando profundamente a su esposo, odiando sus intemperancias y sintiendo celos constantes de todo aquello que le privaba de su amor y su presencia. Mientras el gran escritor se dedicaba a su labor literaria y más adelante a sus desvaríos religioso-filosóficos humanitarios, ella sacaba adelante la casa y los terrenos, se ocupaba de asuntos administrativos y de detalles de la edición de la obra de Tolstoi, mientras paría casi un hijo al año y cuidaba de la alimentación física e intelectual de todos ellos.

Es terrible comprobar algo que se ha repetido y se repite constantemente en la historia: el papel de la mujer escondida tras un genio, un gran hombre. Oculta por la inmensa sombra que Tolstoi proyecta, la gran mujer que es Sofía consigue sobrellevar una vida de continuo conflicto, de continua tensión emocional, además de una actividad arrolladora: copió casi toda la obra tolstoiana, revisó y corrigió las pruebas de sus libros, se ocupó de los derechos de autor, vigiló la censura, controló que no se perdiera ni una página, etc. y  además, las dos casas (Moscú y Yasnaia) y su inmensa familia.

Con una mansión permanentemente invadida por invitados y forasteros, amigos y peticionarios, supo capear temporales y fuertes discusiones con su temperamental esposo, que, a pesar de todo, a su manera la amó profundamente, como ella a él. Cuarenta y ocho años de vida común, en la salud y la enfermedad, no pueden deshacerse de un plumazo, como a veces parece desprenderse de los relatos y versiones de la última escapada de un Tolstoi senil, manejado por sus sectarios seguidores.

Incluso con sus hijos y nietos tuvo batallas por cuestiones de patrimonio y de la obra de su padre. Aun así, ella se mantuvo firme, con algunas temporadas de silencio en sus diarios, pero por las entradas posteriores vemos que supo superarlo, salir adelante y seguir apoyando y ayudando a su esposo. El perfil que nos muestra de él es muy conflictivo: un grandísimo escritor, un gran hombre, con muchas contradicciones y con una vitalidad y un apasionamiento inmensos, capaces de generar y alimentar amores y odios, devoción y pasión.

Obra imprescindible para los lectores de Tolstoi, ya que proporciona una visión distinta, casera y personalísima de la cotidianidad del escritor, además de ser el corazón abierto de una grandísima mujer.

La edición es impecable, hay cantidad de fotografías e ilustraciones y un listado de nombres para no confundirse con los complicados patronímicos rusos.
 
Ariodante

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