delitos conyugales

Opinión:

Delitos conyugales de Éliette Abécassis no es una novela amable, al contrario, es una obra desgarradora e implacable, pero de una calidad literaria incuestionable. Diría que es la continuación lógica de los cuentos de hadas que nos contaban en la infancia, aquellos cuentos en los que, al final, el príncipe y la princesa vivían felices y comían perdices; aquí vemos lo que significa comer perdices en muchas ocasiones. Casi la mitad de los matrimonios terminan en divorcio, eso dicen las estadísticas. Y esta obra gira en torno a un divorcio, el de Agathe y Jerôme

La voz de Agathe nos guía a través de la narración, nos describe cómo y por qué decide divorciarse; asistimos al derrumbamiento de su mundo, de sus ilusiones, de su vida. Agathe, a pesar de su desesperación, se mantiene lúcida y analiza su vida y su matrimonio con detalle. El retrato psicológico femenino que realiza la autora es extraordinario. No podemos dejar de identificarnos con Agathe en algún momento, ni de plantearnos algunas de las preguntas que se hace la protagonista, porque todas las mujeres tenemos un poco de Agathe.

La autora analiza el universo del amor con una frialdad estremecedora; en el caso de Agathe, el amor la ciega de tal manera que la lleva a caer en manos de un peligroso tipo de depredador humano, el perverso narcisista, nuevo desorden psíquico que designa a una persona que en su comportamiento se asemeja mucho a un maltratador psíquico, incluso es peor que éste último.

La obra también plantea el problema de los hijos, la tragedia que supone para ellos el divorcio de sus padres; los problemas y la necesidad de la custodia compartida y las, a veces, aberrantes situaciones a las que da lugar.

A pesar de estar narrada desde una óptica femenina, la visión masculina del problema está presente en todo momento a través de la figura de amigos y del propio Jerôme, el marido.

La mirada lúcida de la autora se proyecta sobre un acontecimiento traumático, como es un divorcio, iluminando fríamente el proceso, sin dulcificarlo ni mitificarlo, sin buenos ni malos, mostrándolo en su cruda realidad. A pesar de todo, queda lugar para la esperanza; vemos cómo Agathe se consume en el proceso pero, cual ave fénix, comienza a renacer de sus cenizas.

Delitos conyugales es una obra de una calidad extraordinaria; posee una trama bien urdida, unos personajes sólidos y una prosa rica y cuidada; nada desentona, nada está fuera de lugar. A pesar de su dureza, Delitos conyugales de Éliette Abécassis es una obra fascinante, una de esas novelas que uno no puede permitirse el lujo de no leer. No dudo en recomendársela, pocas veces se publican obras tan buenas y de tanta calidad.