De vez en cuando, como todo el mundo. Cuentos reunidos

Opinión:

Treinta cuentos se incluyen en esta recopilación que Lumen entrega a las librerías, para recopilar un material que ya había sido publicado en su mayor parte en volúmenes anteriores, algo dispersos. En ella, el chileno Marcelo Lillo (1957), del que sabemos sobre todo que es un tipo de carácter huraño al que resulta difícil seguirle la pista, ofrece relatos de la desazón de lo cotidiano, la tristeza de lo evidente. Por lo que de él se sabe, Marcelo Lillo es uno de esos escritores que dan la espalda al mundo para ofrecerle de cuando en cuando obras que parecen provocadas por esa misma soledad, fruto de ese aislamiento voluntario.

El chileno debutó (con cierto éxito en España) cuando tenía ya cincuenta años, lo que le hace un autor peculiar también por lo tardía de su llamada al mundo editorial. Parte del material con el que se dio a conocer fue editado por Caballo de Troya bajo el título de "El fumador y otros relatos", relatos que están en este volumen, de entre los que destacaré el notable cuento que dio nombre a la primera colección, "El fumador".

Hay muchos relatos interesantes, que atrapan en su frialdad destructiva, en su inexpresiva forma de comunicar. Yo me quedo con "La felicidad", pero también con "Hielo" o "Reino". Marcelo Lillo no inventa nada, como imaginarán, pero sabe hacer bien lo que se propone, que es crear relatos cortos de un cierto regusto amargo envueltos en una atmósfera tremendamente fría. Relatos tristes, de vacío, de relaciones humanas en las que siempre hay algún elemento que se desencaja. Todos los relatos tienen algo de existencialista, en la visión túnel de la vida, a través de personajes a quienes les importan muy pocas cosas.

La edición encuentra un interesante cierre en el epílogo del columnista cultural y estudioso de la literatura Ignacio Echevarría, bien conocido por sus escritos en El cultural de El Mundo y sus aventuras y desventuras con el legado de Roberto Bolaño. En el epílogo cuenta el camino hasta las librerías de Marcelo Lillo, a la vez que establece la conexión que yo ya anunciaba en la sinopsis entre los relatos de Marcelo Lillo y los de maestros como Carver, Chejov, o Cheever.

Una recopilación recomendable para los lectores que disfrutan la narración de lo sencillo, lo cotidiano, y las atmósferas miserables. Otra oportunidad para entrar en contacto con un autor escurridizo, raro en el buen sentido de la palabra, peculiar en todo momento.

Rafael Ruiz Pleguezuelos