Anika entre libros

cuestión de galones

Ficha realizada por: Fernando Martínez Gimeno
cuestión de galones

Título: cuestión de galones
Título Original: (cuestión de galones, 2011)
Autor: Ricardo Bosque Palacín
Editorial: Literaturas Com Libros


Copyright: © 2011, Ricardo Bosque Palacín
© 2011, Literaturas Com Libros
1ª Edición, Diciembre 2011 ISBN: No definido
Etiquetas: autores book comedia ebook e-book escritores españoles género negro hispanos humor libro electrónico literatura española literatura hispana policiaco

Argumento:


Nos hallamos en Zaragoza, la antigua Caesar Augusta, en el año 33 después de la Expo, es decir, en 2041. Gracias a una reestructura total, la vieja ciudad ya no sólo se halla en los mapas de todo el mundo, sino incluso en las cartas de navegación… En medio de este panorama divertido y delirante, Ulises Sopena, capitán de la policía, tiene que resolver el misterio de un cadáver que ha aparecido flotando en las aguas de uno de los canales que atraviesan la ciudad. El finado es (o sea, fue) toda una figura deportiva, capitán del equipo de waterpolo, el Zarawater, que tiene encendidas las pasiones ciudadanas. En el empeño por reconstruir sus últimos pasos y establecer quién pudo haberle asesinado, Sopena hará un recorrido en moto acuática, acompañado de la subteniente Fitzpatrick, por una ciudad llena de rincones sumergidos e insólitos, de caracteres anfibios e hilarantes, de personajes curiosos bajo su traje de neopreno.
 
(argumento editorial)

Opinión:



En la anterior novela de Ricardo Bosque ("Manda flores a mi entierro") ya tuve oportunidad de comprobar algunos de los dones que tienen sus historias, en las que mezcla una trama mundana con toques de ironía y sarcasmo, destiladas en escenas o diálogos con toques de humor. Personas más o menos corrientes, que no destacan por nada en especial pero que sin embargo sí tienen algo de especial. Si Tana Marqués, protagonista de Manda flores a mi entierro o Suicidio a crédito era una florista en su local, una vez entraba en su trastienda se convertía en otra empresaria completamente distinta.
 
Así pues, en Cuestión de galones esperaba un personaje con ese perfil, y lo cierto es que Ulises Sopena lo tiene y lo mantiene. Y por supuesto, no podía faltar cierta crítica a un estamento social. Para ello el autor nos traslada a una Zaragoza que viaja en el tiempo hasta el 2041, o debería decir al año 33 después de la Expo, que es la manera que se tiene de contar la historia de la ciudad desde ese magno evento que fue la Exposición Universal del 2008 que se celebró en la capital aragonesa, y que le sirve a Ricardo para criticar la falta de previsión a lo que vendría posteriormente con los edificios que se construyeron, y no se le ocurre otra cosa mejor que hacer de Zaragoza una ciudad navegable, muy del estilo de Venecia o Amsterdam (quizá más cercana a la capital holandesa por tener también parte transitable a vehículo rodado).
 
Es en este decorado, cuando la ciudad se transforma incluso en su tiempo de ocio, del fútbol se pasa a idolatrar a los jugadores del waterpolo (lo de llamar al equipo Zarawater es un guiño tremendo) o las nadadoras sincronizadas, y hete aquí que el asesinato de su portero titular (no sé si llamarlo Lerín es un homenaje a cierto portero del Real Zaragoza de años atrás), remueve los estamentos políticos y empresariales de la ciudad, y es cuando Sopena y sus compañeros entran en acción.
 
La historia la cuenta Ulises Sopena, por lo que su presencia es inevitable en todas las escenas que componen la novela, pero eso no es una carga excesiva del personaje, y los diálogos y acciones que se ve abocado a llevar a cabo en su investigación, unidos a esos momentos divertidos y con cierta sorna, hacen que las páginas se lean a buen ritmo y seamos partícipes de los interrogatorios y visitas que Sopena y su compañera mantienen con los sospechosos. Y ojo, la intriga está llevada hasta el final hasta los últimos capítulos, porque ya no hay vuelta atrás y una vez descubierto el último trama del ovillo, hay que tirar de él hasta el final.
 
De esta forma, nos encontramos con un personaje sencillo, que destaca quizá por su solvencia a la hora de resolver los casos, pero muy mundano, como demuestran sus conversaciones con su vecina de palafito (la vivienda más usual en esta Zaragoza inundada), o las comidas y cenas que mantiene con su amigo periodista. Lo que hacemos cualquiera de nosotros, vamos.
 
No me extrañaría que siguiésemos conociendo a Sopena y sus casos en más novelas, tiene mucho recorrido así como los personajes que lo acompañan y rodea, como su buen amigo Nono, su perro. Y quién sabe si no estaremos ante una visión (del estilo de Verne) de lo que podría devenir en la capital maña. Por si acaso, hagan acopio de bañadores.

Fernando Martínez Gimeno

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