Anika entre libros

Cuentos de las orillas del Rin

Ficha realizada por: Inés Macpherson
Cuentos de las orillas del Rin

Título: Cuentos de las orillas del Rin
Título Original: (Les contes du bord du Rin, 1862)
Autores: Alexandre Chatrian, Émile Erckmann
Editorial: Debolsillo
Colección: Clásica


Copyright:

© 2009, Realm of Redonda /Reino de Redonda, S.L.

© 2014, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.

Traducción: Mercedes López-Ballesteros
Edición: 1ª Edición: Mayo 2014
ISBN: 9788490329580
Tapa: Blanda, bolsillo
Etiquetas: antología arte cuentos relatos espíritus fantasía literatura francesa recopilatorio de varios autores demonios sueños terror miedo horror
Nº de páginas: 224

Argumento:

"Cuentos de las orillas del Rin" es una recopilación de relatos que se mueven entre la magia y el sueño, entre la superstición y el terror real, entre la fantasía y el realismo, pero, sobre todo, entre los márgenes del Rin, en esa zona de Europa donde franceses y alemanes disputaron sus fronteras, donde el vino y la cerveza eran compañeras habituales de tabernas… y de historias.

Esta recopilación es una de las muchas obras escritas por Erckmann-Chatrian, el nombre artístico con el que firmaban los autores Émile Erckmann y Alexandre Chatrian cuando compartían autoría

 

Opinión:

 

Siempre es un placer adentrarse en el universo del relato corto. La trama condensada, las atmósferas precisas y la red de hilos completamente hilvanada hacen que uno disfrute en pequeñas pero intensas dosis. Mientras Edgar Allan Poe convertía el relato en arte y demostraba que el terror podía tomar un sinfín de formas, al otro lado del océano, y un poco más tarde, nacía un dúo que sabría perfilar el arte de narrar historias, sin entrar en un universo tan oscuro como el de Poe, pero igualmente interesante. Gracias a la colección Clásica de Debolsillo nos llega esta pequeña joya titulada "Cuentos de las orillas del Rin", una recopilación de ocho relatos que son una muestra del talento y la imaginación de sus autores.

Definir estas historias como cuentos de terror quizás no sería del todo correcto. Es cierto que en relatos como La ladrona de niños, Lo blanco y lo negro o Hans Weinland el cabalista existe una atmósfera inquietante, con ingredientes terroríficos sobrenaturales y humanos (algo que, en ocasiones, asusta aún más que los relatos de espíritus y demonios); pero también es cierto que en los otros relatos impera una atmósfera más calmada, menos densa, con algunos toques mágicos, pero sin entrar en el horror propiamente dicho. Por ejemplo, historias como El tesoro del viejo duque recuerdan a un mini relato de un contemporáneo suyo, Gustav Weil, titulado Historia de dos que soñaron. Tanto en uno como en el otro, la idea del sueño revelador está presente. Pero mientras Weil lo utiliza para un cuento de una página escasa, simple pero efectivo, Erckmann-Chatrian se adentran en las razones por las que la ubicación de un tesoro sería revelada en un sueño a una persona, en los misterios que se ocultan bajo las piedras y las monedas. ¿Por qué a él y no a otro? ¿Por qué de una forma tan críptica? ¿Quién más sabe de su existencia?

Este dúo alsaciano también se adentra en el mundo de la música, el arte o la cabalística. El relato La pesca milagrosa narra la historia de venganza de un pintor cuyo cuadro inacabado cae en manos inapropiadas a causa de la bebida (es algo más complejo, pero prefiero no revelar toda la historia). Es curioso, pero hay un sinfín de referencias a la pasión por las bebidas alcohólicas de la zona, como se ve en otra de las historias de la recopilación, El canto del vino. En Mi ilustre amigo Selsam nos encontramos ante uno de esos relatos de la época, donde la medicina tradicional era substituida por experimentos magnéticos o, en este caso, musicales.

Uno de los aspectos más interesante de estos relatos es la capacidad que tienen los autores de crear una atmósfera misteriosa e inquietante que nos despierta preguntas de las que nos dan las respuestas sin tan siquiera dárnoslas. Las intuimos, nos dejan ver un pequeño apunte, nos muestran una parte, para que nosotros creemos en nuestra mente el resto. De esa manera no se cae en lo obvio ni en las explicaciones excesivas que, en ocasiones, acaban agotando al lector. Ofrecen las pinceladas precisas para que caigamos en sus garras y deambulemos por sus historias hasta que llega el punto final.

Lo cierto es que es un placer sumergirse entre las páginas de esta antología, discurrir por las calles que tan bien saben describir sus autores para perdernos entre la bruma de los misterios que nos narran con esa prosa precisa que acompaña al lector. Una pequeña joya para los amantes del relato corto que no teman apartarse del realismo y adentrarse en las sombras mágicas que se alzan a la orilla del Rin. 

Inés Macpherson

 

 

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