Corazón mestizo

Opinión:

Cómo explicar que este libro "lo cuenta casi todo" sin que nosotros, al leerlo, parezcamos cotillas, o Pedro Juan, al escribirlo, sea en ocasiones un poco bocazas… Así debería comenzar -y comienza- este análisis de "Corazón mestizo". Lo mejor es ir por partes y aclarar varias cosas.

A Pedro Juan Gutiérrez se le conoce como el Bukowski del Caribe, y él mismo cuenta en su libro que hacer como si sus obras parezcan escritas tal cual, es realmente un trabajo de años de aprendizaje. Es decir, no estamos ante un diario de viajes simplemente (en este sentido me recuerda a "Corrido del güero errante" de Jordi Guasch), estamos ante un tipo de literatura que él personalmente -según cuenta- ha trabajado y pulido. Bien, pues este tipo de literatura "se bebe", es ligera y sienta bien al estómago. Un libro que cualquiera que tenga un mínimo interés en conocer el origen de por qué el cubano es como es, debería leer. Aquí no se basa en contar historias de una ciudad, si no de un país entero. No se trata de recopilar historias de un pueblo, si no vivir experiencias durante todo el viaje, narrarlas, compartirlas y de paso hacernos partícipe de ellas. Esto es, precisamente, lo que hace que a veces parezcamos cotillas y el autor, un bocazas.

Me explico… Pedro Juan Gutiérrez cuenta prácticamente siempre todo lo que le ocurre, lo que le cuentan y lo que vive él mismo. Lo cierto, no lo negaré, es que te lo pasas en grande con las ocurrencias de Pedro Juan y sus compañeros de viaje, especialmente Marlon y Yesuán, pero como lector no dejas de preguntarte qué pensarán los que aparecen en "Corazón mestizo" de que sus vidas, miserias y trapos sucios queden impresos en un libro. Por lo que me ha parecido entender del cubano, la mayoría estaría tranquila y feliz de compartir con el mundo sus cosas, porque el cubano es tan perezoso como generoso -no lo digo yo, estas palabras aparecen en el libro-, pero estoy segura de que habrá unos cuantos que si leen lo que le han contado a Pedro Juan sin cámaras delante, ahora estarían rabiosos porque se saben más en peligro que antes. ¡Ojo! No en peligro mortal, me refiero a que el trapicheo es tónica general en esta Cuba tan bella como condenada a la vigilancia de la dictadura, y el autor da detalles que cualquiera que lo desee puede llegar a localizar a quienes están con sus ventas ambulantes de bocadillos, puertas traseras para cierto tipo de comidas, comercio con peleas de perros o gallos, etc… Es inevitable pensar en estas cosas cuando lees "Corazón mestizo".

En cualquier caso, al mismo tiempo que te enteras de cómo se busca la vida el cubano de las ciudades, pueblos, pueblitos y montañas, aprendes muchísimo de su carácter y su idiosincrasia. Empiezas a entender que el cubano tiene el sexo como lo más natural del mundo -los prejuicios los tenemos al otro lado de sus fronteras en todo caso, y juro que Pedro Juan me ha contado esto riéndose porque es él quien no nos entiende a nosotros, los europeos-, que el nivel de fidelidad se parece a la de los gays -o al menos así me lo han comentado siempre ellos-, o sea, baja… que la aceptación desde años atrás de lo que ha pasado en su país (desde la época del indígena, la colonización europea, la esclavitud negra y la mezcla de razas) parece como enraizado en su ADN, y da la impresión de que es por ello que el cubano acepte la mayor parte de las veces la miseria en la que vive -el que vive míseramente, se entiende- y simplemente se adapte a la vida que le ha tocado vivir.

Luego está el otro cubano, el que tiene arte en las venas, o un hombre bajo el cuerpo de mujer o una mujer bajo el cuerpo de un hombre, o un gay… o simplemente el que no se conforma con lo que tiene y desea algo más. No hace falta glamour, sólo algo más, y aunque hay una gran parte que es la que más conocemos, Pedro Juan Gutiérrez nos habla esta vez con más detalle de gentes rurales. Se detiene a hablar con ellos, duerme con ellos, se emborracha con ellos, algunas veces pierde la cabeza y se lo hace con alguna de ellas, come con ellos, trapichea con ellos… y nosotros, desde casa, nos enteramos de cómo se vive en la verdadera Cuba.

Es un libro sensacional, lo digo en serio. Al margen de las preguntas que me hago por darme esa impresión de cotilleo (conocer vida y miserias de un travestí, enterarme de con cuántas muchachas "templan" -follan- Marlon o Yesuán, incluso las propias infidelidades de Pedro Juan, etc…) me ha servido para conocer una idiosincrasia, el origen de un carácter, la Historia de un país y, finalmente, a un escritor que vive la vida como viene y la aprovecha, como cualquiera de sus vecinos.

Conocí a Pedro Juan navegando por internet cuando buscaba escritores para el apartado de Comenta-Cuentos, y lo que leí me gustó. No había leído todavía ningún otro libro suyo, y algún día sé que me leeré la Trilogía Sucia de la Habana y los que vengan, si tengo tiempo. Quien tenga oportunidad que entre en su web a conocerlo -si aún no lo conoce- o al Comenta-Cuentos a leer y comentar su relato "Silvia en N. Y.".

Anika Lillo