Catorce de julio

Opinión:

Los atentados de París del 2015 no dejaron solo más de cien muertos y quinientos heridos: dejó una cicatriz que no se cierra y un motivo más para la reflexión. El buenismo o lo políticamente correcto contra la injusticia es parte de la discusión eterna que también aparece en esta novela gráfica de Vivès y Quenehen, además de un hecho incuestionable: un héroe puede acabar cayendo en desgracia por un simple rumor. Los rumores pueden tener una base real, pero hay que rascar más para conocer la verdad. En "Catorce de julio" esa verdad salvaría a Jimmy de la caída en desgracia, pero cuando el sensacionalismo y los medios de comunicación en general ya han manchado la reputación, aun con esa base inicial real, no hay vuelta atrás. Lo ideal hubiera sido que primero se investigara y luego se contara pero estamos en un siglo (el de las noticias rápidas, el de twitter) en el que el periodismo de investigación casi ha muerto, lo practican muy pocos y hay mucha prisa por contar los hechos, con lo cual se cuentan verdades a medias que pueden hacer mucho daño. Daño innecesario. Solo por esta reflexión -que es una de las varias que se pueden sacar leyendo la novela gráfica- ya vale la pena ponerlo entre los mejores.

Jimmy está preocupado por el terrorismo, cada vez hay más miedo y en el pueblo en el que vive y trabaja se está preparando un día especial -estamos en verano y hay muchos turistas- en el que habrá muchísima gente. Justo en esa misma época conoce a Vincent Louyot, una víctima colateral del terrorismo islámico: su mujer murió en un atentado terrorista y desde entonces no encuentra la felicidad, en su cabeza solo existe una sensación de vacío y la necesidad de que se acabe todo, de que paguen de una vez por todas todos esos fanáticos que un día son personas normales y al siguiente se inmolan y se llevan por detrás cientos de vidas creyéndose ellos las víctimas o los santos. Lo dicho: fanatismo e ignorancia a raudales.

Estamos ante un hombre que quiere vengarse, y otro que querría hacerlo pero hace justo lo contrario: impedir otra desgracia. En su fuero interno seguramente hubiera preferido no haber investigado tanto y que las cosas siguieran su curso, pero es policía y además siente la necesidad de proteger al viejo Layout. A él y a su hija. Seres desamparados bajo su punto de vista.

Jimmy consigue convertirse en héroe sin buscarlo, porque él no está buscando la condecoración o el reconocimiento: busca terroristas aunque ése no sea su trabajo, y su ojo clínico, su observación analítica da en el clavo. A partir de aquí unas pocas líneas para llegar al final de la historia donde el héroe se convierte en un hombre de dudosa reputación. ¿Qué ha hecho para que esto ocurra? Nosotros lo sabremos desde el principio. La pregunta es ¿cuántas veces habrá ocurrido esto y solo nos ha llegado la información sesgada? Posiblemente el 99% de las noticias.

Podría decir aquello de "no sé qué tiene Bastien Vivès que todas sus historias me encantan" (al menos las que he leído) pero curiosamente aquí el guionista es Martin Quenehen. Se han repartido los trabajos, cierto, pero los dos han hecho una labor para quitarse el sombrero.

Aunque indico que es en blanco y negro, contiene grises que enriquecen el dibujo de Vivès, un dibujo que siempre, con ojos o sin ellos, con bocas o sin ellas, es acertado, diría que hasta perfecto con sus ausencias, porque el gesto ya sea del rostro o del propio cuerpo, lo dice absolutamente todo.

Me ha gustado el comic entero, hasta la tipografía creada por Jean-François Rey.

Una auténtica maravilla que, si llego a saber lo que me habría flipado, la habría colado antes entre mis lecturas solo por disfrutar de una gran historia que, además, te hace reflexionar.  De 1 a 10, un 11.

Anika Lillo