Anika entre libros

cartas a emma bowlcut

Ficha realizada por: Salvador J. Tamayo
cartas a emma bowlcut

Título: cartas a emma bowlcut
Título Original: (letters to emma bowlcut, 2011)
Autor: Bill Callahan
Editorial: Alpha Decay


Copyright: © Bill Callahan 2010
© Ediciones Alpha Decay, 2011
Traducción de Héctor Castells
1ª Edición, Septiembre 2011 ISBN: 9788492837311
Etiquetas: autores cartas correspondencia epistolar escritores estadounidenses literatura americana literatura estadounidense literatura norteamericana norteamericanos

Argumento:


Bill Callahan , músico estadounidense y líder de la banda Smog, realiza su primera incursión en la literatura con una nouvelle en la que reflexiona de una forma directa, sórdida y cruda, sobre la propia condición humana. Lo hace a través de 62 cartas, dirigidas supuestamente a una chica que conoce en una fiesta, Emma Bowlcut; aunque en realidad él mismo es el destinatario real de cada palabra que escribe.

Leer el libro es como estar en un combate de boxeo, deporte que el protagonista adora, ya que según el grado de empatía emocional que tenga el lector, verá, dará o recibirá algunos sin descanso golpes mientras dure la lectura.

Opinión:


Then something struck him, wings of bone/ sweet desires and soft thoughts were all gone/ the eagle shrieked, I´m alone”. Escucho a Bill Callahan desde hace años, mi adolescencia no hubiera sido igual sin discos como Rain on Lens o Red Apples Falls. Es de esos músicos por los que hoy tenemos a Clem Snide o Micah P. Hinson, quien por cierto dio el salto a la literatura con No voy a salir de aquí que también publica Alpha Decay.

La crítica musical habla de Callahan como uno de los precursores del Lo-Fi (Low Fidelity), o lo que es lo mismo: Callaghan experimenta con sistemas de grabación ya obsoletos, realiza un uso sistemático del analógico y las cintas de cassette como primer soporte. Los defensores de este sistema apuestan porque la música llegue de forma más pura, con un sonido más crudo, al público. Como ejemplo, Buddy Holly, en alguna ocasión prefirió grabar en su garaje antes que hacerlo en un estudio. Eso se nota en Cartas a Emma Bowlcut, la primera incursión literaria de Bill Callahan. He de admitir que suelo desconfiar de los músicos que se atreven con la escritura, y me parece una absoluta estupidez la forma en la que los sobrevaloran por el simple hecho de que son grandes músicos. Son grandes músicos. Punto. Ahora veamos que tal se desenvuelven con el teclado. Este no es el caso, Bill Callahan acierta, y demuestra que no tiene talento sólo para escribir canciones.
 
Cartas a Emma Bowlcut es un conjunto de 62 cartas; el libro, pese a estar estructurado así, nada tiene que ver con el género epistolar, como le han atribuido algunos erróneamente. De hecho, estaría más cercano al monólogo interior. Aunque escriba notas que envía a una Emma Bowlcut, que jamás aparece directamente en el relato -gran acierto por parte de Callahan- en realidad escribe y describe su propio ego. En la Carta 8, acusa a una mujer: "Es tan egocéntrica que cuando critica a los demás sólo se critica a sí misma", en esa frase Callahan está revelándonos la esencia de todo el libro. El protagonista no tiene ningún interés en conocer o en tratar a Emma Bowlcut, simplemente necesita escribir a Emma, hacerle cómplice de lo complejo de su psique y de lo absurdo de su existencia.
 
Al comienzo, pese a la edición tan bonita a la Alpha Decay nos tiene acostumbrados, creí que el libro no merecía la pena, que no aportaba nada nuevo y que Callahan era otro de esos escritores posmodernos que usan la literatura fragmentada como el único recurso estilístico que conocen ya que son incapaces de zurcir un entramado narrativo más complejo, manteniendo la tensión de forma constante sin recurrir al típico “espejo fragmentado”. Como digo, eso sólo fue al principio, poco a poco, a medida que iba avanzando, me di cuenta de que la verdadera historia es la que Callahan nunca escribió, la que habita bajo estas pocas páginas en las que simplemente esboza los miedos y obsesiones del protagonista. No he podido evitar recordar a algunas novelas de Ray Loriga, como Héroes o Ya sólo  habla de amor. Loriga sin embargo tiene mucho más oficio que Callahan, evidentemente. El estadounidense, de Maryland, plantea su libro como un concierto en el que el escenario comienza a derrumbarse y el artista ni se inmuta. Tiene ritmo, frases cortas que como disparos, llaman la atención del lector más allá del efectismo vacuo. De nuevo el patchwork, el caleidoscopio, aunque sin perder el rumbo, sin perder la perspectiva. La mejor forma de entender lo sórdido, lo bello y lo sórdido, lo complejo y lo cotidiano más allá de la soledad. 
 
El protagonista podría ser el mismo que el de El Túnel de Ernesto Sábato, antes de asesinar a la chica, cuando aún la quería -aunque siguiera queriéndola después de asesinarla- cuando aún se quería a sí mismo, aunque fuera sólo un poco. Antes de leer Cartas a Emma Bowlcut pensaba que la novela existencialista llevaba apolillada veinte años, parece que no es así. 
 
Se nota que Callahan es músico, un gran músico, y que consigue emocionar con cada palabra del mismo modo en que lo hace con cada acorde. Entiendo Cartas a Emma Bowlcut como un disco conceptual compuesto por sesenta y dos canciones, que se corresponden con las sesenta y dos cartas a Emma Bowlcut. Las escenas, independientes entre sí, no tienen ningún orden cronológico aparente más allá del propio concepto anárquico de tiempo que ofrece el protagonista. Un caballero, que vive con un perro de tres patas, que odia ir al dentista, que le habla a Emma Bowlcut de antiguas novias, zorras siempre, y ve en el boxeo el más noble acto de elegancia que ha realizado nunca el hombre, opinión que comparto sin que siquiera me tiemble la voz.
 
“Me bebo el tequila como si te fallara si no lo hiciera. Espero que sigas disfrutando de tus tazas de agua de lluvia. Y que el dolor no sea insoportable”.
“Un combate de boxeo es como una boda. Dios ¡Es tan bonito!”
“Fui entrenado para convertir la soledad en pereza”
“He caído en que todas mis cartas hablan de mí y no de ti. Me gustaría que me mostraras el mismo respeto”.
“En las novelas rusas, todo el mundo tenía sirvienta y mayordomo. Una criada para servirte un mendrugo, y un mayordomo para decirte que el pan estaba listo”. 
  
Algunos fragmentos dispersos por el libro. Eso es Bill Callahan. Bill Callahan como la jodida banda sonora de Bill Callaghan. El chico grande que viste camisa de cuadros y lleva años haciendo vibrar al mundo con sus palabras, en esta ocasión, simplemente el formato ha cambiado.     
  
Salvador J. Tamayo

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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