Antonio Gómez Rufo

Eroticalia

Horarios

HORARIOS

 

Cada cual tiene sus preferencias a la hora de deshacer calenturas. En mi caso, mi hora favorita coincide con la siesta, en ese reposo primaveral o veraniego en el que junio se llena de tentaciones.

Al despertarme, en la mañana, no me gusta: puede que sea a causa de la tensión baja, o de la somnolencia que me atrapa hasta mediodía, tras un café y dos sorbos de cola. No es mi momento, ni nunca lo fue. Cosa de la biología y de los horarios.

De noche, suele ser lo habitual. Y lo más socorrido, por comodidad y predisposición. Pero tampoco es mi horario preferido, quizá porque el sexo, a esas horas, tiene sabor a rutina.  

A mí lo que me gusta es una habitación amplia bañada por la luz que se cuela entre las rendijas de las persianas. Es Gomezrufo -foto2cuando el calor del mediodía se funde con la luminosidad de la tarde para exhibir una cama de sábanas blancas a punto de ser revueltas con ecos de suspiros y jadeos. Fiebre vespertina en la que dos cuerpos sudorosos, se entrelazan apasionados en asaltos breves, embestidas alternas, deseos exacerbados y pasiones húmedas.

La hora de la siesta es el gran momento. Los cuerpos mojados, en sintonía con mil fluidos regalados, se funden y se deslizan ávidos de más, ambiciosos de todo, avariciosos de poseer y deseosos de ser poseídos. Después, el estallido final, como un relámpago rasgando la espalda, es la más deliciosa de las derrotas.

Estoy esperándolo. Porque en cuanto la primavera nazca y el sol nos devuelva su aliento de luz cálida volveré a sumergirme en la siesta entre sábanas blancas y revueltas, dispuesto para ofrecer mi cuerpo a la mujer que quiera hacer con él una ofrenda a Eros, un brindis a la concupiscencia y un regalo a esa eternidad efímera que se condensa en un acto de amor y vicio.

Como debe ser.       

 

Texto y foto de Antonio Gómez Rufo

 

 

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