Blackwater VI. Lluvia

Opinión:

En las primeras páginas el lector encontrará un pequeño resumen de "Blackwater V. La fortuna". Luego un pequeño mapa de Perdido del año 1958, con las casas señaladas de los protagonistas y la genealogía de Caskey, Sapp, Snyder y Welles, 1958.

Llegamos al final de la increíble saga de la familia Caskey, de Perdido, Alabama. Todo tiene un fin y, aunque sabemos que nos va a costar dejar a ir a personajes tan buenos, con los que nos hemos encariñado en las entregas anteriores, también somos conscientes de que es necesario un final, y eso es exactamente lo que Michael McDowell nos entregará, como sólo él sabe hacerlo: una despedida por todo lo alto, con revelaciones extraordinarias y horrores marinos que se mostrarán en todo su esplendor.

Pensemos en el diluvio universal y en cómo Dios lo usó para purgar una sociedad enferma de corrupción e injusticias. Aquí McDowell se mueve un poco en medio de esa epicidad, esa grandeza que ya se respira en las primeras páginas... Sabe que hace falta un gran remedio para un gran mal. Las cartas están echadas, y Elinor ya no puede seguir adelante con su reinado de muerte y destrucción. Es hora de que se revele su oscuro pasado, y al conocerlo, sus hijas y su marido no tendrán más opción que unirse y hacerle frente.

Toda una generación ha pasado desde la mítica riada que asoló Perdido, hace ya cincuenta años. Pero esas nubes negras que ya asomaban en el tomo anterior, aquí pasan de la amenaza a la acción. El río se desborda nuevamente, reclamando a sus víctimas...  sobre todo, a una muy especial.

Sin entrar en spoilers, quiero expresar mi agradecimiento al autor, de haber llevado una historia larga y difícil al mejor desenlace posible. El melodrama y la tragedia están más presentes aquí, sobre todo porque el destino ineludible va alcanzando a aquellos personajes que sobrevivieron en entregas anteriores, y son finales no muy bonitos de ver... Como decía antes, es difícil cuando uno se ha encariñado con protagonistas tan bien descritos, con trasfondos tan interesantes. McDowell se encarga de ponernos los pies en la tierra y recordarnos que los pecados se pagan en vida.

Lo narra todo de manera soberbia, como si estuviéramos allí mismo, siendo testigos presenciales de los hechos, como simples cronistas. Esa facilidad que tiene para llevarnos a lugares y mundos que ya no existen, o pudieron haber existido, me parece envidiable, digna de muy pocos autores actuales.

El regreso de una poderosa mujer de la tumba, el amor y lealtad de una hija que se convierten en temor y odio, la lucha fratricida a muerte bajo una lluvia torrencial que se lo lleva todo, una vez más... Porque no podemos aprender de nuestros errores, porque sabemos que por mucho que hagamos, tropezaremos con la misma piedra, y lo que da terror es saber que es completamente inevitable.

El autor ha querido escribir para la posteridad, esto es muy cierto, aunque en una entrevista él mismo se encargó de negarlo. Y el mejor ejemplo es que hoy, en pleno 2024, leemos esta obra monumental que muchos lectores pensábamos que jamás podríamos disfrutar en nuestro idioma. Esto no sólo confirma que el género goza de excelente salud, sino que además esta lectura se siente como un viaje en el tiempo del que no queremos volver.

A nadie le gustan los finales, sobre todo si no son como los esperamos. Y puedo asegurarles que la última entrega de Blackwater, "Lluvia", no dejará indiferente a nadie. McDowell reinventa el género y lo lleva a sus cotas más altas, ¿o debo decir que simplemente he alucinado con esta historia?

El Viejo Mundo ha de hundirse para que pueda emerger el Nuevo... Los espíritus del agua, los fantasmas del río se niegan a morir... En última instancia, esta es una historia de la que no saldremos iguales, y ese es el mayor mérito del genio Michael McDowell.

Violeta Lila