Baudelaire, el irreductible

Opinión:

Entre enero y abril de 2012, Antoine Compagnon impartió una serie de lecciones en el Collège de France bajo el título de "Baudelaire, moderno y antimoderno". A la hora de convertir estas lecciones en libro, sin embargo, optó por un título que condensaba con mayor claridad la ambigüedad inherente al pensamiento baudelairiano: se trata de "Baudelaire, el irreductible", reclamo con el que Georges Blin presentó el curso que impartió en la misma institución a finales de los años sesenta. La hipótesis que vertebra todo el ensayo, y que permite a Antoine Compagnon acercarse a los poemas en prosa de Charles Baudelaire desde una óptica original, sugiere que el "inventor de la modernidad" (según se lo ha catalogado tradicionalmente en ámbitos humanísticos) se sintió tan atraído como aborrecido por la modernidad. La lectura y el análisis de "El esplín de París" en paralelo con otros textos como "El pintor de la vida moderna" u otras críticas artísticas permite el autor de este ensayo explorar la "encrucijada" de la modernidad y la ambigüedad que Baudelaire manifestó ante cuestiones cruciales de su tiempo, tales como la prensa, la ciudad y el urbanismo haussmanniano, la fotografía o el arte.

"Baudelaire, el irreductible" está dividido en siete capítulos, cada uno concebido a modo de lección independiente, pero con cierta continuidad temática y discursiva. El primero de ellos ofrece, como no podía ser de otra manera, una sucinta introducción a "El esplín de París", la colección póstuma de pequeños poemas en prosa que concentra todas las ambigüedades del último Baudelaire y, en especial, su resistencia a la modernidad. Sin llegar a proponer un estado de la cuestión -lo cual se agradece, para evitar formalismos académicos innecesarios-, Antoine Compagnon explora, para empezar, el género del poema en prosa. Aunque algunos críticos consideran que la obra de Baudelaire no representa un comienzo, sino la culminación de un género en formación, Compaignon se une a Georges Blin al afirmar que Charles Baudelaire inicia una nueva tradición literaria que sería proseguida con Mallarmé, Rimbaud y sus herederos. Además, no duda en sugerir la importancia de esta obra, a veces considerada secundaria en el corpus baudelairiano, a la luz del mensaje político y de la situación histórica que revela.

Antoine Compaignon explora escritos autobiográficos (como "Mi corazón al desnudo") y críticas de arte, así como algunos pequeños poemas en prosa, para revelar la actitud de Charles Baudelaire ante la prensa, quizás la institución más emblemática de su confrontación con la modernidad. No en vano, en el periódico se funden un medio de supervivencia para el autor y al mismo tiempo un altavoz para difundir el mito del hombre bueno, pese a contar las atrocidades que comete diariamente. En este sentido, son valiosísimas las páginas que Compaignon dedica a relatar los conflictos que el poeta francés vivió con distintos directores de periódicos y revistas. Más interesante es el capítulo dedicado a la fotografía y al resto de artilugios visuales que se popularizaron en la época (como el daguerrotipo), pues revela las paradojas estéticas surgidas de este arte mimético. Charles Baudelaire vivió la transición entre la cultura del dibujo y del grabado y la cultura de la fotografía, evolución que plasmó de formas diversas en sus poemas y que, sin duda, incidió en su imaginario estético.

En cualquier caso, creo que las páginas de más valor en este ensayo son las que Antoine Compagnon dedica al tema de la ciudad moderna y la multitud, siempre en relación con los postulados de Walter Benjamin y con la influencia que el poeta francés recibió de Edgar Allan Poe y de Thomas de Quincey. Poemas en prosa como "La señorita bisturí", "Las muchedumbres", "Las viudas" o "El viejo saltimbanqui" permiten al autor de este ensayo profundizar en las singularidades de "El esplín de París" y en sus relaciones con las "Estampas parisienses", la inolvidable sección de "Las flores del mal" en la que el poeta proclamaba su amor por la ciudad, "capital infame". Finalmente, creo que vale la pena destacar las más de veinte páginas dedicadas al alumbrado de gas, un elemento indudablemente moderno que cambió la ciudad tanto como la apertura de bulevares propuesta en el plan urbanístico del prefecto Haussmann.

El rigor académico y la profusión de detalles, así como el uso necesario -y nunca abusivo- de textos y documentos diversos y de difícil acceso, revela el amplio conocimiento de Compagnon y su magnífica labor en el mundo de la filología y de los estudios culturales. La publicación de ensayos originales y exhaustivos, como "Baudelaire, el irreductible", es lo que estimula el pensamiento y hace avivar la llama intelectual de las humanidades. Antoine Compagnon ha logrado un estudio excelente para adentrarse en las contradicciones de un poeta que sembró de claroscuros su obra literaria.

Darío Luque