Bajo un cielo blanco. Cómo los humanos estamos creando la naturaleza del futuro

Opinión:

Elizabeth Kolbert ya sorprendió con su obra "La sexta extinción", merecedora Premio Pulitzer, y ahora nos deja boquiabiertos con esta obra tan violentamente incómoda como intelectualmente provocadora.

Describiendo situaciones concretas que señalan los desastres medioambientales provocados por el ser humano, a menudo consecuencia de malas decisiones adoptadas con las mejores intenciones, Kolbert pone en evidencia tanto la enormidad del reto al que nos enfrentamos como las dificultades reales para resolverlo.

Unas trabas que se derivan no sólo de decisiones concretas, sino especialmente de un determinado modo de vida, de una determinada manera de organizar la sociedad y las instituciones, del funcionamiento de las leyes del mercado, incluso de arraigados hábitos culturales y marcos de pensamiento arraigados a lo largo de los siglos.

Como escribe Kolbert, los humanos hemos transformado más de la mitad de las tierras emergidas y no heladas del planeta, unos 70 millones de kilómetros cuadrados, y, de manera indirecta, el resto. Hemos embalsado o desviado la mayoría de los grandes ríos, las plantas de abonos y cultivos de leguminosas fijan más nitrógeno que todos los ecosistemas terrestres y nuestros medios de transporte y plantas de energía emiten unas cien veces más dióxido de carbono que todos los volcanes juntos. Incluso provocamos terremotos de manera regular. En términos de biomasa hay más ocho veces en forma de seres humanos que de mamíferos salvajes, y si a esta cifra se suman los animales domesticados la relación alcanza a 22 contra 1.

Un impacto de la humanidad que nos ha metido de bruces en una nueva era, el Antropoceno, dominado por el calentamiento de la atmósfera y de los mares, acidificación de los océanos, subida del nivel del mar, desglaciación, desertificación y eutrofización, como un "éxito" de nuestra especie, como señala Kolbert.

Pero como también señala ella, con casi 8.000 millones de seres humanos en el planeta hemos llegado tan lejos que retroceder no parece práctico. Estamos ante un colosal dilema, ya no se trata de proteger la naturaleza, de regresar a un idílico tiempo pasado, porque el ser humano la ha alterado de manera irreversible, ahora se trata, como ella sostiene agudamente, no del control de la naturaleza, sino del "control del control de la naturaleza", o dicho de otra manera, de cómo gestionamos nuestra propia intervención.

Un dilema que no se dirime, como afirma la autora, entre un imprudente "tecnooptimismo" y un "tecnofatalismo", sino de cómo intentar resolver los problemas que otros crearon al intentar resolver los problemas.

Sin duda, además de sus demoledoras reflexiones, uno de los mayores atractivos del libro es la descripción de ejemplos reales de malas decisiones adoptadas bajo la premisa de la solución a los problemas. Unos ejemplos que le sirven para confirmar que los científicos sólo pueden hacer recomendaciones, cuya implementación debe ser una decisión política."Uno puede confiar en que esa decisión se tomará de forma justa para con las generaciones actuales y las futuras, humanas y no humanas. Digamos tan solo que en esto nuestro historial no es muy brillante".

Como afirma Kolbert, "la propiedad privada, las fronteras nacionales, las líneas de metro, las líneas eléctricas, la conducciones de aguas residuales, todos son desarrollos recientes en las sociedades humanas, y todas militan en contra de la posibilidad de recoger los bártulos y largarse".

Si le interesa conocer los retos a los que se enfrenta la humanidad y el propio planeta este libro es absolutamente imprescindible, porque encara el problema de manera inteligente lejos de los lugares comunes habituales. Una aproximación necesaria, oportuna y urgente. Y además muy viene escrito, con números ejemplos muy bien narrados. Qué más se puede pedir. Corran a leerlo, trata de su futuro y el de las personas que aprecian.

Jorge Riet