bajo bandera enemiga

Opinión:

Esta es una magnífica novela de aventuras, dentro de la tradición británica, que cautivará a todo buen aficionado al género. Ambientada en 1793, en la guerra franco británica. Russell, que como canadiense habrá vivido de cerca la doble nacionalidad, nos introduce un personaje bilingüe, el teniente Charles Hayden, que, si bien se considera a sí mismo británico, siente un constante revivir de sus recuerdos infantiles en Francia, sobre todo a la hora de acercarse a las costas de esta nación, por esos momentos enfebrecida con las pasiones revolucionarias en su momento más álgido. Y al colocarlo de hecho en el papel de capitán, ya que éste está casi constantemente fuera de juego, lo vivimos con la intensidad de la responsabilidad que ha de mantener frente a la tripulación. Pero a la vez, tiene la espada de Damocles de los breves momentos en los que el capitán Hart recupera el mando, momentos en los que le humilla y le ofende por actos que debía haber realizado él y no ha sido capaz de hacer, enrocándose en la enfermedad, por una parte, y en los crueles y despóticos castigos, muchas veces sobre inocentes.

La descripción del lamentable estado en que Hayden encuentra el barco y la tripulación al incorporase a bordo y cómo va conociendo poco a poco a los distintos oficiales al tratar de poner orden en aquel caos, las intrigas entre ellos y las relaciones con el capitán, que no se halla a bordo y llega en el último momento, -del que por cierto le bastan unas pocas palabras para manifestar su pésimo carácter-, todo ello ya nos descubre el dominio de Rusell sobre el tema que va a desarrollar.

La captura del transporte francés, ante la rada de Brest, nos hace vivir unos momentos de verdadera tensión, emocionantes, donde nos identificamos con el protagonista, con sus dudas y su decisión, y finalmente con su buena suerte. La batalla de la flotilla británica contra los franceses, el apresamiento del barco y su enfrentamiento más tarde con su propio buque en manos de los amotinados, todo ello nos mantiene en vilo y nos hace que la lectura sea de un tirón.

Y la parte final, con el inevitable consejo de guerra, muy bien llevada, consigue tenernos en la cuerda floja e interesarnos e intrigarnos hasta la última página, que no desvelaré.

Las conversaciones con los oficiales son interesantes, ya que tratan de los problemas de la época: el republicanismo, los escritos de Payne, el tema de la revolución americana y el fin de las colonias, la libertad, los derechos humanos. Al no ser el capitán, se puede permitir un trato diferente con la oficialidad, aunque en el momento decisivo de un ataque tome el mando, de hecho, y deba hacerse obedecer por todos. Tiene su apoyo en un personaje secundario, Lord Wickham, joven guardiamarina, único al que el capitán no insulta, quizás por sus influencias. Pero también se gana la animadversión de otro oficial, el teniente Landry, perrillo faldero del capitán Hart, que no duda en delatar y dejar siempre en mal lugar al teniente Hayden, tratando, sin éxito, de ganarse al capitán. El capitán Hartle, amigo personal de Hayden, y el capitán Bourne, su antiguo superior, tienen también un papel importante en apoyo de nuestro protagonista, que se siente respaldado frente a su autoritario jefe.

La terminología marina –tema que a los no iniciados causa muchos problemas- es soportable, y no ocupa una posición demasiado central en el desarrollo de la acción y los diálogos. Al final hay unas páginas del autor, a modo de nota o epílogo, aclarándonos qué personajes y situaciones son históricos y cuáles, ficticios.

ARIODANTE, Junio 2009